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Ulises Francisco Espaillat… un referente ético

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José Manuel Arias M.

El pasado 9 de febrero se cumplieron doscientos (200) años del nacimiento de Ulises Francisco Espaillat y Quiñones, nacido en Santiago de los Caballeros en 1823. Se trató de un político con irrefutable comportamiento ético y dueño de una sólida formación, colocándose en el pináculo del pensamiento liberal de nuestro país. Pero además Espaillat es catalogado como un patriota ejemplar, condición validada por él cuando “enfrentó el poder imperial español en la gesta de la Restauración de nuestra Independencia”, además de ser uno de nuestros grandes civilistas.

En lo que respecta a su vida pública, se destaca que la misma inició en 1848, contando para entonces con 25 años de edad, emergiendo como miembro de la “Diputación Provincial de Santiago”, participando en 1854 en la asamblea que llevó a cabo la primera revisión de nuestro texto constitucional, siendo parte del cuerpo de redactores del proyecto de dicha constitución; en dicho texto es claro que está presente parte de la esencia de su pensamiento liberal.

Pero además, Espaillat fue “uno de los firmantes del Manifiesto de la Revolución contra el Gobierno de Buenaventura Báez” en 1857, pasando a formar parte del gobierno revolucionario. Del mismo modo formó parte como diputado por Santiago del “Soberano Congreso Constituyente que redactó la Constitución de Moca, de 1858, una de las más liberales que ha tenido el país”.

Igualmente la figura de Espaillat aparece entre “los firmantes del Acta de Independencia, así como de la Exposición a la Reina de España, redactada por él. En la Restauración fue ministro de Relaciones Exteriores y en esa condición le tocó recibir al patricio Juan Pablo Duarte cuando regresó de su exilio para sumarse a la causa, y más tarde, Vicepresidente de la República, luego del fallecimiento del prócer Ramón Matías Mella”.

Es que su condición de hombre público, de reconocidas dotes intelectuales, y mucho más importante que esto, de acrisolada formación ética evidenciada en el terreno práctico, fueron consolidando su figura, lo que explica que tiempo después, contando para entonces con 53 años de edad, fuera elegido como presidente de la República, tomando posesión “el 29 de abril de 1876, apoyado por un consejo de ministros que ha sido calificado por don Emilio Rodríguez Demorizi como «el más brillante que ha tenido la República» por la calidad de sus integrantes”.

Los integrantes de ese prestigioso consejo de ministros fueron “el novelista Manuel de Jesús Galván, ministro de Relaciones Exteriores, el historiador José Gabriel García, de Justicia e Instrucción Pública, Mariano Antonio Cestero, de Hacienda, Manuel de Jesús de Peña y Reynoso, de Interior y Policía y Gregorio Luperón, de Guerra y Marina”, tal y como se recoge en el Compendio de la Historia de Santo Domingo, Vol. IV, del propio José Gabriel García, padre de la historiografía dominicana.

Por desdicha, y como ha ocurrido en nuestro discurrir histórico, las ideas de avanzada son enfrentadas por los sectores conservadores, y el gran civilista de ideas preclaras que asumió la conducción del Estado, apenas duró 7 meses en el cargo, pues en julio de 1876, a tan solo tres meses de ser juramentado, enfrenta una revuelta en contra de su gobierno, siendo sometido a un ambiente hostil que lo llevó a asilarse en el consulado de Francia “el 5 de octubre” de ese año.

En palabras de la reputada historiadora Adriana Mu-Kien Sang Ben, en su obra “Una Utopía Inconclusa. Espaillat y el liberalismo dominicano del siglo XIX”, “… más que un pensador, Espaillat ha sido, y es, un verdadero símbolo de la pureza en el ejercicio político y del profundo sentido ético del quehacer político cotidiano”.

Este es el mejor legado que puede tener y al que puede o debe aspirar un político verdaderamente comprometido con su país, pues por encima de cualquier obra material está y deberá estar el fortalecimiento institucional, que es la garantía de permanencia, cohesión y consolidación del Estado. No por casualidad “elevar la educación del pueblo dominicano es una constante en el pensamiento del patriota, que con justeza ha sido llamado «el Sarmiento dominicano»”.

Consciente de que el verbo vuela y el escrito queda Espaillat “decide ampliar su influencia publicando a partir de 1875 sus ideas sobre el desarrollo de la nación y otros temas de interés público”, y definitivamente que para hurgar en su pensamiento es preciso abrevar en su obra “Ideas de Bien Patrio”, en el que queda plasmada la profundidad de su pensamiento liberal.

Tras la muerte física a consecuencia de una difteria el 25 de abril de 1878 de este “símbolo augusto de la virtud republicana hecha carne”, como lo definiera don Federico García Godoy, el nombre del insigne patriota dominicano va a ser tomado en cuenta el 28 de mayo de 1885, cuando “el Congreso Nacional aprueba la ley que crea una nueva provincia con el nombre de Espaillat, cuya común cabecera es Moca”.

En el bicentenario de su natalicio (1823-2023), convencidos de que se trata de una figura que prestigió el ejercicio de la política, creemos firmemente que don Ulises Francisco Espaillat es un referente ético de la sociedad dominicana y que como tal debe ser emulado por las presentes y futuras generaciones, para que inspirados y guiados por su ejemplo hagan de la actividad política una actividad cada vez más noble, cada vez más ética.         

El autor es juez titular de la Segunda Sala del Tribunal de Ejecución de la Pena del Departamento Judicial de San Cristóbal, con sede en el Distrito Judicial de Peravia.

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