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Nacionales

PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA – Todo se resuelve metiendo la cabeza en un hoyo

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.

En la historia de la humanidad, rara vez una dictadura ha logrado con tanto acierto comunicar una imagen positiva de sí misma, mientras suprimía la oposición interna y establecía las bases para una guerra futura y la aniquilación de una raza.

    Los más lúcidos vencedores de la Primera Guerra Mundial sabían que habían sido injustos con Alemania. Acusados por sus propios excesos decidieron meter la cabeza en un hoyo.

    Hitler asumió como canciller el 30 de enero de 1933.  El Reichtag ardió el 27 de febrero de 1933, al día siguiente, en medio de una histeria anticomunista, se suspendieron las libertades de expresión, reunión, prensa y otros derechos fundamentales. Hitler empezó a gozar de plenos poderes el 24 de marzo de 1933, mediante la Ley habilitante aprobada por el Reichtag alemán.

 Dachau, el primer campo de concentración permanente del régimen nazi se inauguró el 20 de marzo de 1933. Pocos días después, el 1 de abril, 1933, los nazis organizaron un boicot contra los negocios de propiedad judía. Para el 7 de abril, 1933 los judíos fueron excluidos de todo cargo gubernamental y académico en todos los niveles.  El 14 de julio de 1933, se aprobó la ley que proporcionaba las bases para la esterilización forzosa de individuos con discapacidades, gitanos y negros. En octubre de 1934 ocurre la primer gran ola de arrestos de homosexuales en Alemania. 

El servicio militar obligatorio fue instaurado el 16 de marzo de 1935. Cientos de testigos de Jehová, heroicamente opuestos a toda idolatría nacionalista, fueron arrestados en abril de ese mismo año. También en 1935, el 15 de septiembre, se aprobaron las leyes raciales y de ciudadanía contra los judíos en Nuremberg. Quedaban prohibidos los matrimonios entre arios y no arios.

En los Estados Unidos, una minoría expresó su preocupación por todo lo que ocurría en la Alemania de Hitler. Se debatía en los medios americanos la conveniencia de participar en las anunciadas olimpíadas. Se envió una comisión investigadora.  Goebbels se encargó de mimarla y guiar sus visitas. A su regreso proclamaron: ¡participemos en las olimpíadas! Alemania renace.  Las denuncias contra Hitler son patrañas de judíos y comunistas.

El 6 de febrero, de 1936, Se inauguraron las Olimpíadas de Invierno en Berlín. Fueron las más concurridas hasta entonces. El Führer preparaba otros certámenes.

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