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Nacionales

Conflictos entre Haití y RD, una historia de nunca acabar

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Los conflictos y diferen­dos entre Republica Do­minicana y Haití son tan viejos como el tiempo que han visto transcurrir sus conglomerados hasta configurarse como hábi­tat humano, siendo facto­res causantes de crímenes, aniquilaciones brutales, perturbaciones sociales y eventos que hasta hace ca­si seis décadas pusieron a estos vecinos al borde de la guerra.

En orden de más impac­to sobresalen los conflictos sobre asuntos territoria­les, militares, económicos, políticos y comerciales. Aparte de las choques san­grientos, se estima que du­rante los últimos 150 años se han generado 37 dife­rendos que arrastraron violencia, y se firmó igual número de tratados para poner fin a divergencias.

Hechos más impactantes

Todo inició en la época colonial. Son dos países creados por la lucha en­tre Francia y España por el control de la isla, cuyo final fue posible en 1697 cuando dividieron el terri­torio en dos: dominicanos en la parte oriental y hai­tianos en occidente.

Problemas territoriales

Desde el tratado de Ryswick el 20 de septiem­bre de 1697, cuando Espa­ña cedió a Francia la par­te occidental, empezó el trazado de nuevas fronte­ras hacia el interior de la is­la. Durante muchos años de diferendo con Haití, el país llegó a un arreglo sobre los límites fronterizos. El 21 de enero de 1929 fue suscrito el Tratado de Fronteras que fijó los límites divisorios.

Otro acuerdo, el “Tratado de Paz, Amistad, Comercio, Navegación y Extradición”, firmado el 9 de noviembre de 1974, en Puerto Prínci­pe.

Desde entonces queda­ron viviendo aquí miles de haitianos que trabajaban en la industria azucarera, sir­vientes en casas de familias, agricultores y pequeños co­merciantes en el sur y la Lí­nea Noroeste, próximo a la frontera.

Invasiones y degüelles

Siete veces, desde el año 1801, Haití ha invadido a la República Dominicana.

En un recuento sobre es­tos sucesos, el abogado y político Jaime Fernández Lazala explica que en enero de 1801 Toussaint Louver­ture invadió y, a su retiro, se llevó el batallón fijo de San­to Domingo y ordenó fusi­larlo próximo a Puerto Prín­cipe. En febrero de 1805, Desalines invadió, bajo el dominio de Francia, en vir­tud del Tratado de Basilea de 1795, arrasando en el Sur y el Cibao, y “degollan­do a cientos de mocanos”. En febrero de 1822, Juan Pedro Boyer ocupó el país con más de 12 mil hom­bres, permaneciendo hasta 1844, cuando el 27 de fe­brero de 1844 fue procla­mada la independencia na­cional, bajo orientación de Duarte, Sánchez y Mella.

Pero en marzo de 1844, Charles Hérard entró por el norte y el sur, llegando hasta Azua y Santiago, y en marzo de 1849, Faustino Soulouque llegó hasta las márgenes del río Ocoa. En noviembre de 1855, el em­perador Soulouque invadió de nuevo por el Norte y el Sur, llegando hasta Santo­mé y Sabana Larga.

Matanza de haitianos

Otro conflicto fue por la matanza de miles de hai­tianos ordenada por Tru­jillo en 1937, lo que agra­vó sus relaciones en el siglo pasado. Haití demandó, a través del Pacto Gondra, una indemnización, y des­pués de varios encuentros se acordó negociar directa­mente. El gobierno domi­nicano acordó un pago de US$250,000, mientras Hai­tí debía impedir la entrada ilegal de sus habitantes.

Acuerdo de fronteras

El 22 de diciembre de 1958 Trujillo y Duvalier firmaron en la frontera, entre Jimaní y Mal Pase, un acuerdo de mutua protección que esta­blecía sus gobiernos no per­mitirían actividades sub­versivas en su contra en sus territorios, además del con­trol de actividades de los exiliados políticos.

Al borde de la guerra

A finales de abril de 1963, el estallido de un problema diplomático entre los dos países estuvo a punto de desencadenar una guerra. El profesor Juan Bosch era presidente y en Haití gober­naba la tiranía de François (Papa Doc) Duvalier.

La mañana del viernes 26 de abril, un comando armado falló en un intento de secuestro a los hijos del presidente Duvalier, Jean-Claude, de 12 años, y Simo­ne, de 14, cuando llegaban al colegio Bird. Allí murie­ron el sargento Paulin Mon­trouis, el chófer; el caporal Morille Mirville, el sargento Luc Azor, y Richemond Po­teau, miembro de los Ton­tons-Macoutes).

El dictador ordenó la búsqueda y captura de quien creía el culpable, el teniente Francois Benoit, su opositor, que fue expulsa­do de las Fuerzas Armadas Haitianas.

Tres días antes del atenta­do, Benoit se había refugia­do en la embajada domini­cana, ubicada en la avenida Panamericana 121, de Pe­tion-Ville. Tropas haitianas rodearon la sede diplomá­tica y violaron su fuero, ale­gando que allí se había per­mitido la salida del rebelde.

A pocas horas del inci­dente, Bosch habló a la na­ción: “Hemos sido insulta­dos sin haber provocado nosotros el insulto; se ha invadido nuestra embaja­da con fuerzas armadas, lo cual equivale a una invasión a nuestro país y es una ofen­sa imperdonable a nuestra dignidad…no estamos dis­puestos a tolerar esa situa­ción y no la toleraremos por ningún motivo”.

Y el ministro de la Presi­dencia, Abraham Jaar, ad­virtió: “Estamos esperando que se cumpla el plazo de 24 horas que vence hoy a las 7 de la noche. Si la ofen­sa a la soberanía nacional no es reparada, el gobier­no tomará las medidas ne­cesarias para hacer respetar nuestra bandera”. Tras pre­siones del gobierno domi­nicano y la OEA, Duvalier retiró los soldados de la em­bajada dominicana.

Ataque a caravana Leonel

El gobierno de Leonel Fer­nández decidió minimizar el hecho, para evitar una crisis mayúscula, pero Wikileaks lo reveló todo. Haitianos ataca­ron, en diciembre de 2005, una caravana en la que viaja­ba el mandatario durante su visita a Puerto Príncipe, po­niendo en juego su vida.

El detonante fue por la muerte de dos compatriotas en Hatillo Palma, de Mon­tecristi, donde en mayo de 2005 fue asesinada la domi­nicana Maritza Núñez, un crimen atribuido a ilegales haitianos que desató la ira de los vecinos.





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