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Ashley Rodríguez agradece solidaridad de la gente

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Cientos de personas han extendido su solidaridad a la jovencita Ashley Rodríguez, de 17 años, por el “viacrucis de dolor” que pasó tras ser despachada a destiempo del hospital Darío Contreras  después de una cirugía en su brazo izquierdo.

El Defensor del Pueblo ofreció acompañamiento durante el proceso que está viviendo hasta su plena recuperación, igual que el Consejo Nacional para Envejecientes (Conape), en cuanto a brindarle asistencia a la abuela, de 85 años, que la atiende.

Las redes sociales del Listín Diario han estado abarrotadas de comentarios de apoyo a la adolescente y muestras de dolor al identificarse con lo que le pudiera ocurrir a cualquier ciudadano que sea recogido del pavimento, luego de un accidente, y llevado al Darío Contreras.

 “Yo vi lo que dijo el director del Darío, que yo salí bien de ahí. Pero eso no es así. A mí me mandaron para la casa como un perro y el que despachó a la gente, que no sé si fue él, dijo: Mándalo a todos para su casa. No quiero tanta gente aquí”, comentó Ashely tratando de quede escrita la verdad.

Y también explicó: “A mí no me dijeron nada. Ni lo que tenía que hacer, ni cómo cuidarme. Nada. Sólo váyase. Usted está de alta y mire esa receta. Yo me fui porque en ese momento no sentía nada pero cuando llegué a mi casa comencé a sentir un dolor tan intenso que no podía resistir”.

“Si ustedes ven mi brazo como estaba lleno de ampollas, quemado con el yeso que me pusieron en el Darío, se mueren.  Ese hombre no puede venir a decir ahora que yo estaba bien. ¡Él es un mentiroso!, exclamó.

Ashley Rodríguez Javier se accidentó el pasado lunes cuando se dirigía a su escuela a las 7:40 de la mañana. El abrigo que llevaba en el hombro izquierdo se resbaló y se enredó en la catalina de la motocicleta en la que se trasportaba.

Transitaba por la calle detrás del supermercado Bravo de la avenida San Vicente de Paúl cuando el abrigo, al enredarse, le haló el brazo incrustándolo en la cadena y la goma, amordazando su piel y rompiendo los huesos en dos partes.

También le ocasionó quemaduras que fueron empeorando después de la intervención quirúrgica, al verse aprisionadas en el yeso que sostenía su brazo.

Su mayor dolor es ahora pensar que podría perder su brazo o algunos de sus dedos: “Yo iba a coger gangrena si no me hubieran curado bien ese brazo en la clínica. Yo le supliqué a mi tía que me llevara a una clínica, no al Darío porque ahí son inhumanos. Ella me llevó no porque quiso ni tenía dinero, como dice el director del Darío, sino porque vio que yo me estaba muriendo del dolor y la desesperación…”. Ese hombre tiene que saber eso”.

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