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¿Por Qué Algunas Mujeres lo Prefieren?

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En un mundo donde la exploración sexual es cada vez más aceptada, el fenómeno del «sexo salvaje» ha capturado la atención de muchos, dejando a algunos preguntándose qué impulsa a ciertas mujeres a disfrutar de experiencias más intensas y apasionadas en el dormitorio.

Investigadores y expertos en sexualidad han abordado este intrigante tema, desentrañando los motivos detrás de esta preferencia. Uno de los hallazgos más sorprendentes es la conexión entre el sexo salvaje y la liberación de endorfinas y otras sustancias químicas en el cerebro, que pueden inducir sensaciones de placer y euforia.

Además, se ha observado que para algunas mujeres, el sexo salvaje representa una forma de escape de la rutina diaria y las presiones sociales. En un mundo donde se espera que las mujeres se comporten de cierta manera, la oportunidad de dejar de lado las inhibiciones y entregarse al deseo puede ser increíblemente liberadora.

Otro factor importante es la confianza y la seguridad en la relación. Las mujeres que se sienten apoyadas y valoradas por sus parejas son más propensas a sentirse cómodas explorando su sexualidad de manera más audaz y aventurera.

Sin embargo, es crucial señalar que el sexo salvaje no es para todos, y lo que puede ser emocionante y placentero para algunas mujeres puede resultar intimidante o desagradable para otras. La clave radica en la comunicación abierta y honesta entre los compañeros, así como en el respeto mutuo de los límites y las preferencias individuales.

En última instancia, el sexo salvaje es solo una de las muchas formas en que las personas pueden disfrutar de su vida sexual, y lo que funciona para unos puede no funcionar para otros. Lo importante es explorar y descubrir qué es lo que más satisface y emociona a cada persona, en un ambiente de respeto, consentimiento y diversión compartida.

¿Por qué es tan excitante?

Un estudio publicado en la revista ‘Evolutionary Psychological Science’ ofrece algunas respuestas a esta pregunta. Los investigadores encuestaron a 734 estudiantes universitarios de Nueva York acerca de sus actitudes y experiencias con el sexo duro consensuado.

Las mujeres encuestadas señalaron que tienen un orgasmo mucho más rápido cuando hacen el amor de una manera más salvaje

Cabe destacar que los autores de este estudio hablan de estos comportamientos como «actividad lúdica», en ningún caso de abuso o violencia. Son conductas consensuadas que, en la mayoría de los casos, ocurrieron en el contexto de una relación a largo plazo y rara vez (menos del 1% de los encuentros) causaron algún tipo de lesión grave. En otras palabras, no estamos hablando de comportamientos en los que la gente realmente quisiera dañar a su pareja. De hecho, la gente que lo probó había disfrutado realmente de este tipo de actividad. Cuando se pidió a los encuestado que establecieran una diferencia entre el sexo duro y el «convencional», tanto hombres como mujeres señalaron que los orgasmos son más frecuentes e intensos, ya que las parejas hacen más esfuerzos para satisfacerse mutuamente, el acto es más excitante y el acto es más vigoroso.

¿Qué lleva al sexo duro?

Los participantes en este estudio recibieron una larga lista de posibles factores desencadenantes del sexo duro y se les pidió que anotasen si alguna vez su pareja les pidió tenerlo por alguna razón concreta. Entre los desencadenantes más comunes estaban probar algo nuevo, el aburrimiento y cumplir una fantasía. Estos datos sugieren que a manudo se trata de alimentar nuestra necesidad de novedad sexual. Los humanos, hombres y mujeres por igual, tienden a cansarse de las rutinas sexuales. Necesitamos seguir innovando para mantener la excitación, un fenómeno que los expertos denominan el efecto Coolidge.

Los desencadenantes más comunes del sexo duro en las parejas son probar algo nuevo, aburrimiento y cumplir una fantasía Otro factor que podría llevar a este tipo de relaciones sexuales, especialmente entre los hombres, es que los varones sospechen que su pareja le ha sido infiel. Los autores de este estudio interpretan estos resultados por una cuestión evolutiva: cuando ellos perciben un riesgo de que su pareja femenina haya tenido relaciones sexuales con otra persona, esto desencadena la competencia de los espermatozoides. En otras palabras, lleva a los hombres a participar en comportamientos sexuales como penetraciones profundas y vigorosas, destinados a desplazar cualquier semen que haya sido depositado por rivales para que su propio esperma tenga una mejor oportunidad de fertilizar. Beber alcohol fue otro desencadenante: las bebidas espirituosas reducen simultáneamente las inhibiciones sexuales y atenúa las sensaciones sexuales. Esta combinación de factores aumenta las probabilidades de intentar algo que de otro modo no podría hacer mientras se está sobrio, al tiempo que experimenta con actividades más intensas para contrarrestar el efecto deprimente que el alcohol tiene en nuestro sistema sexual (que incluye suprimir la excitación y retrasar el orgasmo).

Por último, otro factor desencadenante incluye situaciones en las que las parejas se encontraban en un estado de excitación fisiológica mayor, como acabar de terminar una pelea, estar enfadados o haber hecho ejercicio. Esto puede explicarse por algo que los psicólogos llaman «transferencia», que ocurre cuando se amplifica la excitación a otra situación no relacionada. En otras palabras, si el cuerpo ya está excitado antes del comienzo de un encuentro sexual, eso sentará las bases para buscar una experiencia más activa e intensa.

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