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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA – El modernísimo Hitler
Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.
Uno de los grandes aportes de una Universidad es enseñar a examinar críticamente lo que pasa por “verdad” en la penumbra de nuestra caverna.
Entre nosotros, cuando se quiere desprestigiar a un colectivo o persona, se le lanza la flecha de “medieval”. Baste mencionar tres elementos de la Edad Media: la quema de herejes, las sangrientas cruzadas y la Santa Inquisición. Pero la Inquisición fue una guardería al lado del holocausto del Hitler ciudadano del siglo XX.
La filosofía medieval postuló que el ser humano poseía un valor trascendente y un destino eterno: la comunión con Dios. Para muchos modernos, solo existía la voluntad general del pueblo. En la sociedad hitleriana, comienzo de una raza superior, si a la sociedad le resultaban gravosos los niños especiales, ancianos y los enfermos, se les podía eliminar. No había problema moral, sino de logística y así lo hizo el mentado Adolfo en 1939. La vergonzosa inquisición acusaba y quemaba en público, Hitler y su personal médico asociado, gasearon con engaño, y a partir de 1942, con discretas inyecciones decididas por funcionarios que jamás vieron a sus víctimas. Stanley G. Payne nos enseña: el concepto mismo del nacionalsocialismo como “la voluntad de crear un hombre nuevo no era posible sino en el contexto del siglo XX, como idea típicamente moderna y antitradicional. Lo mismo cabe decir de la búsqueda nazi de la extrema autonomía, la libertad radical para el pueblo alemán. Hitler llevó hasta un extremo sin precedentes el objetivo moderno de romper límites y establecer nuevas marcas. Pues en ningún otro movimiento imperó hasta tal extremo la doctrina moderna de que el hombre es la medida de todas las cosas.”
Sin duda que debajo de la “piedra” Dios se esconden muchos alacranes y el católico Hitler hasta firmó un concordato con Pío XI en 1933. Pero la Gleichshaltung de Hitler, esa implacable “coordinación” constructora de una Alemania a su imagen y semejanza, no se fundaba en ningún concepto medieval. El Estado nazi, flamante Absoluto moderno, estaba llamado a ser la única influencia cultural, social, política y económica en la vida de los ciudadanos de Alemania. Era una uniformización de todo y de todos a lo nazi. El intolerante Paulo IV (1555 – 1559) confinó a los judíos en un ghetto y los obligó a lucir distintivos. Hitler se administró más eficazmente