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MIRANDO POR EL RETROVISOR – Una copita de vino si puede hacer daño

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Hace dos semanas debía hacer un regalo de cumpleaños y tenía dos opciones: Una botella de vino o una blusa.

En la primera no tenía que invertir un centavo, me habían obsequiado dos botellas de vino idénticas y tenía una envoltura apropiada para el presente. Lo podía resolver son suma facilidad.

La segunda opción ameritaba trasladarme a una tienda, lo que conllevaba invertir tiempo, padecer los taponamientos en el tránsito propios de diciembre, la inversión económica y el dilema de si finalmente elegí una prenda acorde con la personalidad de la persona a agradar. También podía adquirir la pieza por internet, pero ese tipo de regalos prefiero seleccionarlos in situ.

Antes me hubiese decantado sin dudas por la botella de vino, pero elegí la segunda opción, con todo el esfuerzo que implicaba, por una sencilla razón: El regalo era para una embarazada.

Entrevistas que he realizado a perinatólogas, ginecobstetras, neurólogos y psicólogos me han llevado a optar por la consigna “cero alcohol para embarazadas” y a desterrar algunos mitos y creencias sobre “el beneficio” de algunas bebidas alcohólicas durante la preñez, como esos de que una copita de vino ocasional no hace daño y de que la cerveza limpia al neonato.

Los daños neurofisiológicos en bebés cuyas madres ingirieron alcohol durante el estado de gravidez están más que comprobados y se conoce como Síndrome Alcohólico Fetal.

Algunos de los efectos del alcohol en los bebés son dificultad para el aprendizaje, hiperactividad, irritabilidad, déficit de atención, alteraciones de las funciones ejecutivas, distracción, retrasos en el crecimiento y rechazo a alimentos.

El cuadro podría ser peor si la embazada usa drogas o hookah, pero también si se trata de una adolescente, segmento de la población en que se ha comprobado un mayor consumo de estas sustancias.

Por suerte el Ministerio de Salud Pública aplica desde hace varios años un programa para prevenir el Síndrome Alcohólico Fetal en las dos principales maternidades de la capital y que se pretende extender al resto del país.

Pero en lo que ese programa se convierte en una respuesta nacional de prevención con la participación de otros sectores de la sociedad,  cada ciudadano de manera particular puede aportar su granito de arena para evitar los efectos negativos de la ingesta de alcohol entre embarazadas.

Estas festividades navideñas, una de las épocas del año en que más se acostumbra a ingerir alcohol, son un excelente punto de partida para que cada ciudadano ponga en práctica la consigna de “cero alcohol para embarazadas”.

Evite brindarle esa copita de vino o de cerveza a una embazada, no le regale alcohol por su cumpleaños o para el “baby shower” y, siempre que pueda, conviértase en un difusor de los efectos nocivos del alcohol en su bebé.

Esta última mirada por el retrovisor del 2021 no estaba supuesta a salir por un percance de salud –la próxima corresponde al 1 de enero de 2022, si Dios lo permite-, pero la mayoría de los lectores de este artículo saben que muchas de mis reflexiones surgen también de momentos adversos y frustrantes.

Todavía bajo los efectos devastadores de esta pandemia que se acerca a su tercer año, levantarse e intentarlo en medio de la desesperanza sigue siendo la mejor opción.

Como reza la bella canción Desiderata: “Conserva la paz con tu alma; en la bulliciosa confusión de la vida, aun con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos, el mundo es todavía hermoso”.

Cuestión de elección, como el regalo a la embarazada, le encantó su blusa y pienso que a su bebé por igual.

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