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Nacionales

MIRANDO POR EL RETROVISOR – Las consecuencias de los mensajes de odio

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Recientemente diversos medios de comunicación difundieron la información sobre una mujer que mató de varias estocadas a un adolescente porque tuvo una discusión con su hija casi de la misma edad.

Ninguno de los adolescentes terminó con algún daño de consideración y quizás lo que pudo asumirse como “pelea de muchachos” terminó en una tragedia que enlutó a una familia y dejó un trauma en la otra a causa de una reacción violenta que pudo evitarse.

Algunos comentarios de usuarios de las redes sociales coincidían en juzgar el triste desenlace con la frase “El momento es el que habla”, una manera de justificar que lo instantáneo termina doblegando la razón y el discernimiento.

Parecidas excusas son utilizadas con frecuencia para aprobar los linchamientos de personas atrapadas en flagrante delito, especialmente argumentando las debilidades del sistema de justicia y la facilidad con que delincuentes  recuperan su libertad.

Pero más que los comentarios apoyando la reacción que concluyó con el asesinato del adolescente, sobresalían otros cargados de tanto odio que resultaba indignante leerlos.

Es la licencia  para matar y linchar moralmente que se ha hecho tan común en el mundo virtual, porque gran parte de los usuarios entiende que no acarrea ninguna consecuencia.

Parece ser que tal derecho a ofender no siempre está libre de secuelas, como ha ocurrido en Estados Unidos a quienes asaltaron el Capitolio el pasado 6 de enero, luego de los resultados electorales que dieron la victoria a Joe Biden sobre Donald Trump.  

El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha destacado que gran parte de las pruebas contra los insurrectos fueron aportadas por ellos mismos mediante mensajes, fotos y vídeos colgados en sus cuentas de redes sociales antes, durante y después de los hechos.

La jueza federal Amy Jackson dijo que la condena a uno de los acusados estuvo motivada en el siguiente mensaje colocado en su cuenta de Facebook: “En términos generales me divertí, risa”.

La magistrada argumentó que con ese texto el imputado contribuyó a que fuera “extraordinariamente difícil” tenerle clemencia, pues nada de lo ocurrido ese día en el Congreso de Estados Unidos fue “chistoso”.

A la elocuente reflexión bíblica “Por sus frutos lo conoceréis”, ahora habría que añadirle que el verdadero carácter de las personas también se pone en evidencia por todo cuanto comparten en sus redes sociales.

Personas misóginas, racistas, xenófobas, violentas, intolerantes, homófobas, deshonestas, irrespetuosas, vulgares, autoritarias, egocéntricas, fanáticas y con otras cualidades negativas son fácilmente identificables a través de lo que postean.

Hay empresas que incluso están revisando perfiles en redes sociales de personas que aspiran a formar parte de sus plantillas de empleados antes de contratarlas.

Aunque algunos cuestionen decisiones de esta naturaleza, se justifican.

Nadie osaría contratar a una persona que en medio de una discusión con un compañero de trabajo se atreva a matarlo porque “el momento es el que habla”.

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