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MIRANDO POR EL RETROVISOR – El Edén de Mark Zuckerberg

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Me enviaron hace varias semanas un meme donde el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, conversa con un niño sobre uno de tantos aspectos que mantienen a la más popular red social en medio de serios cuestionamientos a escala mundial.

El niño le dice a Zuckerberg: “Papi dice que tú nos espías”. Y él simplemente le responde: “Él no es tu papá”. Sin dudas un buen chiste, pero que al mismo tiempo retrata la realidad a que se exponen millones de usuarios de esa red social.

Zuckerberg ha estado bajo escrutinio en distintos países porque, además de violar la privacidad de los usuarios de sus redes sociales, ha alcanzado un predominio que le permite colocarse por encima de gobiernos, parlamentos y otros poderes fácticos, con una influencia tal que incluso puede decidir quién gana unas elecciones.

El multimillonario estadounidense demostró el pasado 5 de octubre su influencia sobre la vida de millones de personas en el mundo, cuando problemas técnicos sacaron de servicio por varias horas a las plataformas de Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger.

Ese “infausto episodio” –a lo mejor hasta intencional para aquilatar su poder- provocó manifestaciones de ansiedad y pánico entre personas que no asimilan sus vidas sin estar la mayor parte del tiempo conectadas a esos servicios.

En medio de los escándalos por el manejo antiético de sus redes sociales, Zuckerberg anunció el pasado jueves el cambio de nombre de la matriz de Facebook por “Meta”, un apócope de “metaverso”, el nuevo sueño de grandeza del influyente programador.

Entre las reacciones por el cambio, se plantea su intención de desviar la atención sobre recientes revelaciones de la señora Frances Haugen, quien trabajó como gerente de producto en Facebook.

La exejecutiva del gigante de las redes sociales declaró ante un comité del Senado de Estados Unidos que las plataformas de la compañía dañan a los niños, avivan la división y debilitan la democracia.

Haugen filtró también una serie de documentos internos, llamados por la prensa «Archivos de Facebook», que cuestionan la ética de los negocios de la empresa.  

Pese a todos esos cuestionamientos, con su metaverso y para hacer honor a su esencia, Zuckerberg pretende ir “más allá”, brindándonos la oportunidad de entrar a su universo virtual, donde asegura que los seres humanos podrán vivir de la misma manera que lo hacen en el universo real.

El término “metaverso” fue acuñado por  el escritor de ciencia ficción Neal Stephenson para su novela “Snow Crash”, publicada en 1992, pero poco a poco Zuckerberg lo hace suyo y nos adelanta que “buena parte de la experiencia del metaverso girará en torno a poder teletransportarse de una experiencia a otra”.

Zuckerberg, al hacer el anuncio del cambio de nombre de la matriz de Facebook, garantizó que el metaverso podría llegar a mil millones de personas en la próxima década, ser la próxima generación de internet y manejar gran parte de la economía digital.

Lo ha descrito de la siguiente manera: “Un entorno virtual al que se puede entrar, en lugar de mirar una pantalla. Básicamente es un mundo infinito de comunidades virtuales interconectadas en el que la gente puede reunirse, trabajar y jugar con dispositivos de realidad virtual, gafas de realidad aumentada, aplicaciones en smartphones y otros dispositivos”.

La preocupación es que este nuevo universo digital planteado por Zuckerberg le permita al presidente de Meta usar más información y desinformación para extender su dominio y control sobre el mundo real.

Y seguir imponiendo sus propias reglas, con su propio Edén, su fruto prohibido, un día diferente al sábado para reposar de toda su obra, los modernos Adán y Eva 100 por ciento tecnológicos y su muy personal idea del pecado.

Un dios omnisciente y cada día más omnipresente en nuestras vidas.

¿Sin pecado concebido?

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