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EL INFORM OPPENHEIMER – Un terremoto político en Chile

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 Chile, la econo­mía más exi­tosa de Amé­rica Latina en las últimas décadas, ha dado un giro a la izquierda en las elec­ciones del 16 de mayo pa­ra escoger a los miembros de una asamblea que re­dactará una nueva Consti­tución para reemplazar la vigente desde la era de la dictadura del general Au­gusto Pinochet.

Los independientes de izquierda y el Partido Co­munista están entre las minorías que lograron más bancas en la asam­blea, de 155 escaños.

Pero es demasiado pronto para especular que Chile irá cuesta abajo co­mo Venezuela, o que se­guirá los pasos de sus ve­cinos populistas Argentina y Bolivia. Es posible que eso ocurra, pero también hay razones para esperar que eso no suceda.

Es cierto que el dictador venezolano Nicolás Ma­duro fue uno de los prime­ros en celebrar los resulta­dos de la elección chilena. Al cierre de la votación, un eufórico Maduro felici­tó por Twitter al pueblo de Chile “por este gran paso histórico”, agregando que el voto marcó “un contun­dente rechazo al neolibe­ralismo salvaje”.

El lunes, el primer día hábil después de la vota­ción, el mercado de valo­res de Chile cayó casi un 10%.

Hay un consenso ge­neralizado de que la vo­tación fue un fuerte re­chazo a la clase política que ha gobernado a Chi­le durante las últimas tres décadas. El presiden­te Sebastián Piñera, de centro-derecha, recono­ció tras la votación que “no estamos sintonizando adecuadamente con las demandas y los anhelos de la ciudadanía”.

La elección de una Asamblea Constituyen­te fue decidida en un re­feréndum nacional tras las masivas protestas ca­llejeras de 2019, en que millones de chilenos se manifestaron contra las desigualdades sociales que persisten en el país.

Paradójicamente, Chi­le redujo la pobreza del 40% de su población al 7% de la población du­rante las últimas tres dé­cadas, más que cualquier otro país latinoamericano. Y la inequidad ha ido dis­minuyendo: mientras que el ingreso del 10% más ri­co de los chilenos creció en un 30% entre 1990 y 2015, el ingreso del 10% más pobre aumentó en un 145%, según las Nacio­nes Unidas. in embargo, hay importantes asigna­turas pendientes en Chi­le, incluyendo un sistema de pensiones estatal pa­ra proteger a los más vul­nerables. Eso, y el hecho de que la prosperidad del país no ha llegado a mu­chos chilenos, creó un enorme malestar con la clase dirigente.A princi­pios de esta semana, lla­mé a Patricio Fernández, escritor y fundador de The Clinic, una de las revistas políticas digitales más exi­tosas de Chile. Acaba de ser elegido para un esca­ño en la Asamblea Cons­tituyente, como indepen­diente.

Cuando le pregunté so­bre el tuit celebratorio de Maduro, Fernández me dijo que no cree que Chile se vuelque a una izquier­da radical.

“Aquí nadie hizo cam­paña con una foto de Hu­go Chávez, ni de Maduro. Esa hubiera sido una rece­ta para perder votos”, me dijo Fernández. “Chile es un país que tiene el capi­talismo en las venas”.

Aún así, “no hay duda de que el período neolibe­ral ha terminado”, agre­gó Fernández. La nueva Constitución tendrá que garantizar un sistema de seguridad social para los jubilados y otras redes de seguridad para los pobres, lo que requerirá un mayor gasto social, agregó.

“¿Es ingenuo o estúpido tener miedo sobre el futu­ro de Chile? ¡No! ¿Es inge­nuo o estúpido tener espe­ranzas de un futuro mejor en Chile? ¡No!”, concluyó Fernández. “Por ahora, te­nemos un alto grado de incertidumbre”.

Estoy de acuerdo. Pue­den pasar muchas cosas, incluyendo que salga una Constitución no tan mala. Puede que los moderados de izquierda y derecha aún encuentren terreno común para redactar una Constitución que no ahu­yente a los inversionistas.

En el peor de los casos, Chile irá cuesta abajo, co­mo lo hizo Venezuela. En el mejor de los casos, Chi­le seguirá creciendo, qui­zás a un ritmo más lento pero más equitativamen­te, y será un ejemplo pa­ra otros países de cómo superar revueltas sociales dentro del estado de dere­cho.

No lloren por Chile to­davía. Es muy temprano





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