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Nacionales

CONTANDO LOS HECHOS – Paredes, verjas y muros

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Cuando Francia y yo nos dispusi­mos a construir nuestra casa en la prolongación Bolívar, luego llamada Rómu­lo Betancourt, decidimos que el jardín frontal lo dejaríamos al estilo Miami y la Florida, donde se aprecia el verdor de la grama hasta el mismo bor­de de la acera. Así lo hicimos.

Nuestro vecino cercano de entonces, Osvaldo Cepeda y Cepeda, me dijo: tú no puedes dejar eso así, ¿y por qué? Le pregunté. “porque te surgirán problemas de incomodidad y seguridad. Por ejemplo, cuan­do yo estaba sin verja, en una ocasión, estando en la sala en pantalones cortos y camisilla, de buenas a primera entró un señor, le pregunté qué hace us­ted aquí, él extendió la mano y me dijo: señor deme algo. In­mediatamente hice mi verja”.

Desde que los homínidos sur­gieron a ocupar un lugar en el planeta Tierra una de sus nece­sidades fundamentales fue la de guarecerse frente a la inclemen­cia del tiempo y las amenazas que representaban los animales salvajes y depredadores y otros miembros de la especie que les eran desconocidos. Las cuevas se convirtieron en el primer há­bitat natural, tanto de los homí­nidos como de animales que también necesitaban guarecer­se. En su condición nómada tuvieron que crear las viviendas con las paredes que les dieran protección. Las verjas vendrían más adelante, como una forma de cuidar esa propiedad. Los muros surgirían en la medida que fueron creciendo las ciuda­des. Algunos son muy connota­dos y reconocidos, como la Gran Muralla China, el Muro del Vati­cano, y el ya vilmente recorda­do, Muro de Berlín.

Si bien es cierto que los gru­pos sociales siempre buscarán su mejoría y algunos traspasa­rán cualquier muro o impedi­mento, no es menos cierto que también han cumplido su mi­sión y han aminorado y limi­tado los accesos ilegales a los sitios y comunidades que se busca proteger. En nuestro ca­so muy particular, por nuestra histórica y muy especial rela­ción con Haití, que nos ha in­vadido innumerables veces, la protección de nuestra frontera no solo se justifica, sino, que se convierte, como señala nues­tro actual presidente Abinader, en una necesidad que ayude a mantener el control del tráfico de personas, mercancías, y los variados servicios que ambos países intercambian. En es­te sentido, el diseño moderno de verja, control tecnológico y muro que ha sido definido por el gobierno, habrá de redun­dar en beneficios para ambos lados. A mayor claridad, más amistad.





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