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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA – La revolución rusa: luces y sombras

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.

La sociedad rusa fue transformada. Fueron desapareciendo las diferencias sociales basadas en género, dinero y clase. Las muchachas, especialmente las obreras, recibieron una mejor educación. (Palmer et al., 2007, 748).

Con Lenin comenzó un culto a la personalidad que continuaría con Stalin. El partido lo endiosó y lo colocó en el mismo lugar que Marx. El comunismo fue proclamado la única forma de socialismo. Trotsky criticó a Stalin, fue exilado a Siberia; vivió en México donde fue asesinado por un agente ruso en 1940.

Entusiastas de Stalin le achacan a Gorbachov el haber inventado en 1985 que la URSS iba mal. Santos Julia Díaz (1940 – 2019), respetado historiador, escribió este juicio en 1978. Lenin heredaba una Rusia hambrienta, en guerra, con una industria raquítica. Les dio el poder a los obreros, pero “… al llegar los años 1930 no quedaba un ápice de aquel antiguo poder. Todo el dominio y el control de la sociedad que habían conseguido los soviets pasó a manos del partido comunista, y éste a su vez, a manos de su comité central dominado por la Secretaría general… el poder socialista pasaba de la clase obrera a un partido y éste a su órgano central, representado en la persona de Stalin. La iniciativa y la libertad obreras fueron aniquiladas en aras de la producción y el desarrollo económico y todos los principales dirigentes de la revolución de octubre fueron aniquilados brutalmente tras unos procesos que llenaron de desprestigio y horror al régimen encarnado por Stalin”.

A pesar de ello, Rusia logró salir de su atraso y su miseria secular. La propiedad de los medios de producción no volvió nunca a la nobleza ni a la burguesía, sino que quedó en manos de un Estado. Si alguna vez ese Estado vuelve a ser proletario y es controlado por la masa de obreros, campesinos y técnicos es posible que la revolución llegue a su fin. Por ahora, lo menos que se puede decir es que la revolución rusa es una revolución inacabada, <congelada> en una etapa no prevista la del dominio de la burocracia política que ejerce un poder absoluto sobre el Estado y la economía del país. La clase obrera vive en una situación dependiente, sin posibilidad de controlar a ese enorme aparato burocrático establecido por encima de ella” (1978: 254 – 255).

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