El discurso pronunciado por Roosevelt Comarazamy al recibir el galardón “Albelardo Raide en reconocimiento a su labor en la prensa tanto escrita, radial y televisiva, equivale una exposición de ideas bien hilvanadas, escritas en un lenguaje llano, cumpliendo al pie de la letra con las normas ortográficas y gramaticales.
Las palabras pronunciadas por Roosevelt en ese reconocimiento vale parangonarlas con el vocablo in tempo utilizado para hacer referencia al tiempo musical en que es ejecutada una obra de música. En este caso el término tempo se relaciona con su estilo que permite apreciar el tiempo justo y los elementos esenciales que debe contener un escrito que permita apreciar a aquellos que lo interpretan atender más a la intención o sea el espíritu, que al sentido literal de las palabras.
Los talentos vienen a ser como los dones de la vida, es aquello que somos y que podemos considerarlos como una fortuna, es como nos dice Henri-Frédéric Amiel en su Diario íntimo que hacer con soltura lo que es difícil a los demás, he ahí la señal del talento.
Desde esa perspectiva, cuando se goza un talento hay que revestirse de una transcendente capacidad de que otros sepan aprovechar ese don, que en definitiva es lo que ha hecho Roosevelt Comarazamy dando a conocer su valía y a su vez reflejando un amor a la verdad.
De esta manera, en un medio en que lo vulgar y anodino se mezclan en una inepta concepción del arte de comunicar las ideas surge de esas oscuras acciones que impelen a la mendicidad intelectual, un talento no improvisado, que tiene nombre y apellido.
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