La figura de Juan el Bautista aparece, no sólo como una respuesta profética a los planes de Dios, sino también como un modelo.
Era un líder en todo Israel, en toda Judea, sin embargo, ocupó su puesto: “Yo no soy el primero, el primero es Cristo”. No hay hombre más grande que él nacido de mujer, pero ocupó su puesto.
Lo mismo sucede con las personas que tienen poder, dinero e influencia. Deben ocupar su puesto, tener la humildad de decir que por tener lo que tienen no son los primeros ni los más grandes. El puesto que tienen son como el de Juan el Bautista, para servir, no para creerse el primeros y únicos.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
