En la historia de la humanidad aparece claro como Cristo es el que introduce la acogida a la prostitución. Jesucristo las acoge, las recibe, pero jamás dijo que la prostitución era buena.
También acogió a la mujer adúltera, pero no dijo que el adulterio era bueno. Le decía “vete y no hagas lo mismo”.
Nosotros tenemos que ser como Cristo, respetuosos de las personas y respetuosos de la prostitución, pero jamás decir que la prostitución y otras cosas en la vida son buenas.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.