El poder político, ese que tantos buscan y pocos logran, tiene, desde el principio de los tiempos su dosis de estrategia, propaganda y sus misterios, su magia o ciencia oculta. ¿Quién sabe?
Arturo Pérez Reverte en su columna Patente de Corso, Una historia de Europa (XXVIII) culpa a Saulo de Tarso, San Pablo, de dar al poder el carácter casi sagrado al decir: “Toda alma se someta a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no sea instituida por Dios”. Siendo así, cosa de elegidos por el Señor, podría decirse.
Entre revoluciones esta noción ha entrado en disputa a lo largo del tiempo, pero, como no hay una respuesta convincente al por qué unos lo logran con relativa facilidad y otros no lo alcanzan nunca, a pesar de contar con dinero, asesores y estrategas, seguirá siendo un misterio.
No voy a hacer, las cuentas del azar que haya podido favorecer a Leonel Fernández,a su favor algunos hechos, el primero y el menos reconocido, es su dedicación a la tarea, el uso de los mecanismos para la construcción de imagen, desde su primera campaña, que parecía una quimera y que fue subestimada por un líder de la talla del doctor Peña Gómez, hasta que en diciembre de 1995 la revista Rumbo ilustró con una caricatura el resultado de la encuesta de Gallup con el título: “Están bailando pegao”, 36% Peña y 35% Leonel.
Prendidas las alarmas, el PRD reaccionó y en febrero marcaba 43 y 33 Leonel, pero el daño estaba hecho, esa encuesta decía que si había segunda vuelta Leonel ganaría.
Gracias a la reforma constitucional de Hipólito, Fernández logró a su retorno al poder en 2004, permanecer 8 años y traspasar el poder a Danilo Medina.
Los cálculos con relación a Leonel les salieron mal a sus opositores internos, subestimaron el impacto de su salida tras imponer a Gonzalo Castillo como candidato. Ni creyeron que se iría, ni que contribuiría a su derrota. Al lograr que su entonces esposa permaneciera en el PLD, creyeron que calaría en el electorado la idea de que ni su mujer lo había seguido en la riesgosa empresa. Que le tomaría años convertir a la Fuerza del Pueblo en opción electoral, decían.
A juzgar por las encuestas que circulan de manera oficiosa y de la reacción del gobierno esta semana, con el propio presidente y funcionarios enfrentando sus argumentos con Google como arma y de hechos como los actos de Puerto Plata el domingo, masiva participación de jóvenes, la juramentación de dirigentes del PLD, parecería que, hoy, Leonel Fernández es una realidad electoral capaz de disputar el poder al presidente Abinader.
Lo de que no tiene partido es un argumento débil hoy que tantos partidos nuevos logran el poder, la Fuerza del Pueblo es una realidad y el propio Leonel es un activo capaz de movilizar una parte importante del electorado. Creo que aún es temprano para decir que tiene un pie en el Palacio, pero nadie puede contarlo fuera de las papeletas para competir en 2024.
La experiencia con Balaguer nos recuerda que a quien ha sido presidente 3 veces no se le toma a la ligera, ya sea por la afirmación de San Pablo o por cualquier otro misterio de las cuentas del poder.