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Propaganda, publicidad y manipulación de masas
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3 años agoon
En su última novela, Tiempos recios, Vargas Llosa aborda no sólo el tema del golpe de Estado estadunidense contra el presidente de Guatemala, Jacobo Arbenz, sino el de los entretelones de la conjura, tanto en Estados Unidos como en Guatemala, generada por la búsqueda de democratización del país de los presidentes Arévalo y Arbenz tras la Revolución cívico-militar de 1944 que siguió el modelo estadunidense de democracia, y que, al dar derechos a los trabajadores, tenía un gran potencial de afectación de los intereses de la United Fruit, comercializadora de banano para Estados Unidos y otros países que era conocida como “el pulpo”, por su dominio sobre grandes extensiones de tierra, la mayoría inactivas pero que evitaban la competencia y mantenían el control del único puerto al Caribe, Puerto Barrios, de la electricidad y del ferrocarril que cruzaba de un océano a otro.
Inicia la novela con el encuentro de “las dos personas más influyentes en el destino de Guatemala y, en cierta forma, de toda Centroamérica en el siglo xx… Edward l. Bernays y Sam Zemurray.
Ambos eran emigrantes europeos a Estados Unidos. El segundo, un aventurero con pobre educación formal que había logrado construir esa próspera y millonaria empresa, trabajando día y noche, sin mayores prejuicios morales en las formas. El segundo, en contraste, proveniente de las clases educadas europeas y sobrino político de Sigmund Freud que “se jactaba de ser algo así como el Padre de las Relaciones Públicas, una especialidad que, si no había inventado, él llevaría a unas alturas inesperadas, hasta convertirla en la principal arma política, social y económica del siglo xx”.
El primer encuentro fue en 1948, donde Sam Zemurray fue al despacho de Bernays en New York para contratarlo como director de relaciones públicas de la empresa a fin de quitarle la mala fama que tenía tanto en Centroamérica como en Estados Unidos.
Edward Bernays en su libro Propaganda (1928) había escrito esta frase profética por la que,
en cierto modo, pasaría a la posteridad: “La consciente e inteligente manipulación de los hábitos organizados y las opiniones de las masas es un elemento importante de la sociedad democrática. Quienes manipulan este desconocido mecanismo de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder en nuestro país… La inteligente minoría necesita hacer uso continuo y sistemático de la propaganda.” Tesis que es clara negación del sentido de la democracia, pero que desnuda la necesidad del control oculto de esas masas por una minoría que las manipula mediante la propaganda, tema que viene desarrollándose desde inicios del siglo xx, pero que en la actualidad es el medio privilegiado de control social, razón por la cual el filósofo Byung-Chul Han, continuador de la obra de Foucault, la estudia en toda su profundidad y amplitud bajo la denominación de psicopolítica, propia de una etapa neoliberal-postmoderna.
En el período presidencial de Juan José Arevalo (1945-1950), producto de las primeras elecciones realmente libres en Guatemala, se promulgaron, entre otras, dos leyes que alarmaron a la United Fruit: una ley del trabajo que permitía a los obreros y campesinos formar sindicatos o afiliarse a ellos, cosa no permitida en los dominios de la compañía, y una ley antimonopolios copiada de la estadunidense. Por ello, el directorio decidió enviar a Bernays un par de semanas a Guatemala para evaluar la situación.
A su regreso, en nueva reunión del directorio, planteó el peligro de que Guatemala se convirtiera en un enclave comunista, pero que convenía mantener y estimular esa idea en la opinión pública y los políticos estadunidenses. Y Vargas Llosa pone, como final de su discurso, una cínica declaración: “Pero, por para
dójico que les parezca, su amor desmedido por la democracia representa una seria amenaza para la United Fruit. Esto, caballeros, es bueno saberlo, no decirlo”, y además existe el peligro de que estas ideas de democracia moderna se extiendan a otros países, con lo cual “la United Fruit tendría que enfrentarse a sindicatos, a la competencia internacional, pagar impuestos, garantizar seguro médico y jubilación a los trabajadores y a sus familias…”
El remedio: convencer a la opinión pública y al gobierno del peligro de Guatemala como un caballo de Troya de la Unión Soviética en el patio trasero de Estados Unidos, a fin de que realice una intervención drástica. ¿Quién realizaría esa delicada tarea? Bernays y su talento de manipulación; manipulación facilitada por el hecho de que en Estados Unidos se vivía el macartismo con su amplia persecución de todos aquellos ciudadanos de pensamiento progresista. Fue la época dorada de los soplones en todos los ámbitos, hasta en el cinematográfico, donde destacaron Walt Disney y Ronald Reagan. La época que en aparecían en los vidrios de las ventanas exteriores de las casas calcomanías o letreritos que manifestaban: “Este hogar es católico y anticomunista.” Debe agregarse el hecho de que en esa época se iniciaba el desarrollo de los medios masivos de comunicación que, por su efecto regresivo, infantilizador, aumentan enormemente la capacidad de influencia y manipulación de las masas. Así quedó sellado el destino imposible de una Guatemala democrática y, si bien Arévalo pudo terminar su gestión presidencial, su sucesor, el coronel Jacobo Arbenz Guzmán, que realizó una tímida reforma agraria, fue quien sufrió los efectos desestabilizadores de la conjura que dio lugar a la intervención de la CIA en Guatemala. Arbenz renunció antes de terminar su gestión y salió al exilio, pero fue cruelmente perseguido por para que ningún país le diera asilo, hasta que la Cuba revolucionaria concentró su atención y lo liberó de la persecución y pudo establecerse en México, cerca de su amada Guatemala, para finalizar sus días.
Las agencias de publicidad
Este fenómeno de infantilización que generan los medios de difusión masiva da lugar a un incremento de la credulidad y la emocionalidad en el público, lo cual inhibe el análisis racional de los contenidos. La propaganda se dirige a generar ciertas emociones en el público donde la racionalidad no importa y, de hecho, se utilizan las emociones para impedir que aparezca la racionalidad.
Por eso en la propaganda política no son sustantivos los programas de gobierno, ni las posturas ideológicas, sino la generación de emociones descalificadoras o esperanzadoras, muchas veces sin sustento objetivo alguno, pero eficaces para manipular al crédulo público. Por eso también en el voto dominan las emociones, en vez de la racionalidad sustentada en datos objetivos.
Cámbiense los personajes y situaciones de años atrás y compárense con los actuales y se comprenderán muchas cosas, fundamentalmente la importancia de la propaganda en la manipulación a fin de apoderarse, como dicen los manuales militares, “de mentes y corazones”. De mentes, que por el efecto infantilizador de la propaganda en los medios de comunicación, las regresa a la etapa de los niños de siete u ocho años que tienen acendrada credulidad en vez de racionalidad crítica, y por una división maniquea de los personajes públicos en “buenos y malos”, como en las películas de vaqueros. En otras palabras, la propaganda potencializada de hoy incrementa sus efectos de influencia manipulatoria al actuar no sobre la mente racional, sino sobre las emociones, orientándolas en un determinado sentido, esperanzador o desesperanzador, que influye en el actuar de los sujetos sin que ellos perciban su origen. Pero la inmediatez de los acontecimientos no permite todavía ir mucho más lejos.
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