El reconocimiento de los derechos de la mujer ha estado precedido de importantes acontecimientos históricos. Uno de esos acontecimeintos fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del 26 de agosto de 1798, como producto de la revolución francesa, en la que se enunció que:“Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”. Esta declaración se refería especificamente a los hombres, no así a la mujeres, estableciendo una desigualdad e inferioridad de la mujer con respecto al hombre, ya que la ley ignoraba la existencia de la mujer.
En Inglaterra en 1860 cientos de mujeres realizaron protestas para que la Universidad de Oxford y la Universidad de Cambridge admitieran a mujeres como estudiantes. Al tiempo que esto ocurría en Europa, un acontecimiento en America marcó el inicio del reclamo de las mujeres por sus derechos: el 8 de marzo de 1875 en Nueva York, un grupo de mujeres trabajadoras de una fábrica de textiles se manifestaron reclamando igualdad salarial, respecto del salario que ganaban los hombres y mejores condiciones laborales. Por este reclamo, 120 mujeres fueron asesinadas a manos de la policía. Este acontecimiento dio origen a la formación del primer sindicato de mujeres de la historia.
El 25 de marzo de 1911 en Nueva York, sucedió un desastre industrial, donde 146 mujeres murieron en un incendio en una fábrica de textiles, debido a que entre otras razones los propietarios sellaron las puertas del edificio.
Finalmente, en 1975 la ONU, estableció mediante resolución, el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Se implementó un programa para examinar la situación y los derechos de la mujer y cómo dar acceso para que la mujer pueda ocupar cargos gerenciales y ampliar sus posibilidades de toma de decisiones. Este programa se desarrolló en el periodo comprendido entre 1976 y 1985, y se denominó como el “Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer”.
No obstante los avances en materia de derechos de igualdad entre hombres y mujeres, aún persisten diversas formas de discriminación. Uno de los aspectos relevantes de discriminación contra las mujeres es la desigualdad salarial. Mujeres que realizan la misma actividad laboral que los hombres, ganan salarios inferiores.
Estudios realizados por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, han establecido que existe una relación directamente proporcional entre las oportunidades económicas de las mujeres y el éxito de las economías. El empoderamiento económico de las mujeres impacta el crecimiento, el desarrollo y contribuye con la reducción de la pobreza y la desigualdad.
La desigualdad salarial no es exclusiva de una región: en Alemania la mujeres ganan un 23% menos que los hombres por hacer el mismo trabajo; en Irlanda un 17%; en Portugal un 18%; en Grecia un 30%; en Rusia un 30%; en Bulgaria un 16%; en Brazil 27%; en Costa Rica un 26%; en Nicaragua un 33%; y en la República Checa desde un 33% a un 50%.
Sólo una empresa en el mundo ha logrado una certificación internacional por igualadad de salarios entre el hombres y mujeres. Se trata de la Phillip Morris International, con 77 mil empleados y 60 oficinas en todo el mundo. En esta empresa, los hombres y las mujeres ganan el mismo salario si realizan las mismas funciones. Esta debe ser la aspiración de toda nación, si queremos reducir los niveles de pobreza y desigualad.
Cuando los ingresos de las mujeres aumentan, se beneficia la educación, la salud, la vivienda y la calidad de vida de la familia.
La diferencia de salario entre hombres y mujeres es una forma de violencia económica, ya que afecta el regimen de pensiones y las prestaciones laborales de las mujeres. En Europa, una encuesta realizada en el año 2019, reflejó que un 22% de las mujeres estaban en situación de riesgo con relación a los hombres a la edad de su retiro a los 65 años.
La mayoría de los países de la Unión Europea han tomado distintas acciones para lograr el propósito de igual remuneración por igual trabajo entre hombres y mujeres. Estonia tomó la medida de supervisar la efectiva aplicación de su ley de igualdad de género; Finlandia, diseñó un programa tripartito para reducir las diferencias salariales entre ambos géneros de un 20 a un 15%, bajo el principio “igual retribución para un mismo trabajo”.