Ni el presidente Abinader, ni el alcalde Martínez, ni el expresidente Fernández son oficialmente candidatos presidenciales de sus respectivos partidos, sin embargo, la omnipresencia del mandatario, más su alta valoración dentro y fuera de su organización lo colocan como seguro candidato. En el caso de Abel, su triunfo en la consulta del pasado 16 de octubre lo designó como candidato virtual, mientras a Fernández hasta las siglas de su partido lo anuncian: LFP, Leonel Fernández Presidente.
Por reelección, por consulta o por liderar un partido hecho a su medida, el hecho innegable es que a casi 15 meses del inicio legal de la campaña electoral, andan estos tres señores como Los tres mosqueteros de Dumas, librando su guerra en campaña full, “tirados a la calle del medio”, algo que podría ser mucho más grave de lo que algunos analistas puedan pensar. Y es que si desde ya, los tres partidos con posibilidades de ganar las elecciones irrespetan impune y descaradamente a la Junta Central Electoral (JCE), surge inevitable la pregunta: ¿Con cuál autoridad va ese organismo a imponer el orden, a organizar las elecciones, a regular la campaña y, llegada la hora, decirnos quién es el vencedor?
Es cierto que ha habido más de un intento, llamado, petición, amenaza y sugerencia de parte de la JCE a nuestra partidocracia reinante, pero de muy poco casi nada ha servido el esfuerzo. Ni siquiera la firma de un acuerdo el pasado 3 de noviembre comprometiéndose los muy señores a detener la campaña a destiempo ha podido frenar la fiesta, mientras en campos y ciudades surgen, como los espantapájaros de un conuco sin desyerbo, las vallas de propaganda electoral.
De poco ha servido la ley de Partidos o el Régimen electoral -que prohíben la proclamación de candidatos hasta que su partido lo seleccione en octubre-, para lograr colocar un STOP a estos príncipes de la realeza política nacional.
Nuestra partidocracia reinante no está jugando con fuego, pero está quemando el prestigio de una JCE que, a pesar de los mandatos legales de los que dispone, luce incapaz de imponer a su autoridad a nuestros partidos y sus candidatos. La misma que va a necesitar en mayo del 2024, para decirle al país y al mundo quién será o seguirá siendo el próximo presidente de la República Dominicana. (Y para colmo de males en olla de recursos).