La principal preocupación de todos los Gobiernos es obtener las vacunas necesarias para inmunizar a toda su población, lo más pronto posible, al precio que sea. No es tarea fácil. Un amplio conjunto de aspectos diplomáticos, financieros, logísticos, de coordinación y comunicación inciden en la efectividad de los planes masivos de vacunación, que son la única solución a la situación de pandemia que aún vive la humanidad.
Pero la preocupación no debe ser solo un asunto nacional, es decir, de cada país de manera individual. Es necesario llevar a todos los organismos internacionales la consternación que genera el nacionalismo de vacunas, que amenaza con ensanchar las brechas ya existentes y profundizar aún más las diferencias entre el primer y el tercer mundo, una clasificación que pensábamos que comenzaba a caer en desuso, pero que hoy vuelve a resurgir.
Uno de los desafíos más apremiantes que tiene por delante América Latina y El Caribe consiste en retomar los indicadores económicos y sociales al estatus anterior a la pandemia, pero esto no será posible si hay rezago en la aplicación de la vacuna en algunos países, mientras que otros logren completar las metas previstas para finales del 2021 o inicios del 2022.
La región debe postular para que se garantice la igualdad en el acceso y la distribución de la vacuna contra el COVID-19; enfrentando en conjunto las amenazas nacionalistas y populistas, así como las estrategias empresariales, que afectan la distribución de la necesaria vacuna en todo el mundo.
Aunque la República Dominicana avanza a buen ritmo, gracias a la solidaridad del Gobierno de la República de China, que ha respondido oportunamente al requerimiento del Gobierno, lo cierto es que, a nivel regional, los avances de la vacunación presentan un ritmo insuficiente y reflejan grandes desigualdades entre los países, lo que demuestra la necesidad de integrarnos regionalmente para tener una voz más fuerte en el debate internacional.
La adquisición, distribución y aplicación de vacunas es un obstáculo al retorno al desarrollo económico y el bienestar social; si todos los países no avanzan a ritmos parecidos, es probable que muchos socios comerciales queden rezagados y, por ende, no puedan generar un intercambio comercial favorable para la República Dominicana.
Los acuerdos para la producción de vacunas propias de América Latina y El Caribe son esperanzadores, pero no suficientes para cubrir el déficit actual en tiempo oportuno.
La OMS ha realizado un llamado a lo que denomina la “Equidad Vacunal”, como un mecanismo para que las vacunas, los tratamientos y las pruebas diagnósticas se distribuyan equitativamente a nivel mundial. La Declaración tiene como objetivo a los líderes mundiales, los fabricantes de vacunas, los organismos reguladores e instituciones de salud, así como los Gobiernos en general, con el propósito de asegurar el acceso oportuno a la vacuna. El Gobierno dominicano debe sumarse a este llamado, porque una vez resuelto este tema, el país tendrá que dedicarse a enfrentar los demás retos de nuestro tiempo: la inseguridad alimentaria, la desigualdad social, el cambio climático y la inevitable crisis económica.
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