En la reciente disposición presidencial que empezará a regir a partir del día nueve de agosto del año en curso, en virtud de la cual se levanta el toque de queda para el Distrito Nacional y La Altagracia, hay que ver, no una licencia para un “fiesta y mañana gallo”, como se dice popularmente, sino que debe ser recibida con la debida cautela y observar todas las providencias que reclama.
Lo primero que cada dominicano o dominicana debe tomar en cuenta es que hay una población transeúnte que proviene de lugares donde no se ha alcanzado la meta de vacunación del setenta por ciento y, por ende, puede ser portadora del virus, no solamente de manera activa, sino también de manera pasiva, es decir, se puede no estar contagiado aún, pero puede traerse consigo la carga viral recibida de otros que ya están contagiados con quienes se ha tenido contacto previamente.
Dicho lo anterior, el levantamiento del toque de queda -que varios epidemiólogos han calificado “de riesgoso ensayo”, por considerar que habrá un rebrote- debe ser tomado como un respiro, un cese del claustro que tantos daños psíquicos y somáticos viene causando, nunca como que se ha acabado la amenaza o que deban dejar de observarse las precauciones del uso de la mascarilla y el distanciamiento físico. Estoy seguro que el gobierno ha tomado la medida considerando, aparte de la necesidad de mejorar el desempeño económico, tanto de los particulares como del Estado mismo, la cuestión de la salud mental de un pueblo que ya va para dos años en claustro.
Y aquí viene entonces un concepto aprendido recientemente por mí y que oí por primera vez de boca de Héctor Rodríguez Pimentel, el concepto de autocuidado, cuya noción implica “cualquier acción reguladora del funcionamiento del ser humano que se encuentra bajo en control del propio individuo, realizada de forma deliberada y por iniciativa propia”. Yo diría que, un conjunto de acciones que van desde la higiene personal hasta la alimentación balanceada que activa nuestro sistema inmunológico para librarnos de adquirir enfermedades.
Por lo antes dicho, no vayamos a dormirnos en los laureles, asumamos la parte de esta etapa que nos corresponde como ciudadanos, prevenir con nuestra propia conducta, ya que sobre este virus aún falta mucho por aprender, nadie tiene la verdad científica final acerca de él. De modo que se impone autocuidarse.
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