ORLANDO DICE… – Noción equivocada

No se hará, pero debieran revisarse algunas leyes, pues la hipocresía y la impostura no son virtudes, como sí la sinceridad y la honestidad. 

No tiene sentido cubrir la apariencia incurriendo en deshonor, o hacer la opinión pública, por no decir la población, el papel de tontos útiles.

Es el caso que se da con el requisito de no ser político o militante de un partido a los titulares de determinados órganos u organismos.

Una situación que se suscita cada vez que deben renovarse.

Sucedió con la Junta Central Electoral, el Tribunal Constitucional, la Suprema Corte de Justicia, y de seguro con el Tribunal Superior Electoral.

Ahora con la Cámara de Cuentas y el Defensor del Pueblo.

Ese perfil contrario a la política dificultad la selección, pues suelto en la sabana no hay chivo que no haya comido orégano.

Ese no sería realmente el pecado, sino que entre los postulantes aparecen que se pasan de sazón. En la mayoría, no importa que oculten, la política les salta al frente.

Los encargados, aunque quisieran, no podrían cumplir la encomienda como dice la ley, pues como no se mueven en academias, sino en centros de poder, solo saben y conocen políticos.

Además, si apareciera un espécimen puro, el hecho de aspirar o dejarse promover, lo convierte en político. Dime con quién andas y te diré quién eres.

No se consigue el puesto vacante a menos que haga diligencia o busque el lado a un político. Entonces se produce un fenómeno que se reproduce en cada ocasión: político de la secreta.

Habría que hacer cómo hacen con los miembros de un jurado en los Estados Unidos, que se los aparta del común, en lo que dura el juicio.

Así no se contamina.

Pero mientras sea como ahora, los acercamientos se dan, los favores se traen a colación, y un cafecito, unos traguitos, y los clásicos puerquitos asados o sancocho, no se quedan atrás.

Si siempre se escoge a políticos, por oficio o colindancia ¿a qué insistir en la contrariedad y no superar la noción equivocada del no político?