El dominicano de los barrios y campos, ahora menos que antes quizás, no será leído ni culto, y en gran medida no ha dejado de creer en baños, brujería, auto recetas y demás, pero no es tonto.
Los jóvenes de hoy son indiscutiblemente muy diferentes a lo que fuimos los que ya andamos por los sesenta, tienen mayor acceso al conocimiento, y mucho más posibilidades, internet incluido, de saber la realidad del país, de la crisis de salud y de los grandes esfuerzos realizados por el gobierno de Luis Abinader para salir de la gravedad e ir caminando hacia el progreso.
De ahí que uno nota en colmados y colmadones, en parques y motoconchos que el respaldo popular a Luis Abinader y su gobierno lejos de decaer es mayor y más fortalecido, el justo pago, digo yo, a un Presidente excepción, de trabajar incansable, de entonia con su pueblo, de fe en Dios y en el porvenir brillante que merece el pueblo dominicano.