El presidente Luis Abinader aprovechó su participación en la 76ava asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para reclamar mayor atención de la comunidad internacional ante la situación que agobia a Haití.
Amén de valiente y responsable, la postura del mandatario dominicano fue oportuna ya que, y a contrapelo de algunos que de manera descerebrada han intentado criticar la iniciativa, el llamado ocurre cuando la realidad haitiana ebulle de manera muy peligrosa. Hambruna, desolación, escasez, violencia, insalubridad, Covid-19 y una inestabilidad política acrecentada con el asesinato del presidente en su propia casa, y sin que a la fecha se sepa a ciencia cierta los pormenores de este, son elementos que como afirmara Abinader, constituyen un factor de inseguridad para la región. Ya previamente, y aprovechando que la lupa mundial estaba sobre la ONU, Luis Abinader había llamado irresponsable a la comunidad internacional por su dejadez y abandono ante la vecina nación. “Haití ya no resiste más irresponsabilidad de la comunidad internacional” proclamó el jefe de Estado en una participación mediática previa a la asamblea. Su categórica advertencia de que no hay ni habrá jamás una solución dominicana a la crisis de Haití, interpreta la generalidad de los dominicanos a quienes históricamente nos ha tocado cargar el fardo y quienes, no obstante, hemos sido- y seguimos siendo- los mejores amigos y los mejores vecinos de ese atribulado país.