En el monte de los Olivos, los discípulos deseaban tener nociones precisas sobre el regreso de Cristo a la tierra. Le preguntaron al Maestro: “¿Qué señal habrá de tu venida y del fin del mundo?”. Él respondió, entre otras cosas: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares” (Mt.24).
Las profecías de Jesús han demostrado ser verídicas. Los sucesos predichos son los que estamos presenciando en la hora presente. Sin duda, su regreso no está lejos. Una vez más, en estos tiempos, se oye de guerras y rumores de guerras entre naciones, y las pestes, las carestías y los terremotos hacen estragos en los pueblos. A la par de las experiencias pasadas, de una mayor conciencia y medidas nuevas para salvar vidas, se observa una tendencia hacia el aumento de estas calamidades.
Con sus predicciones, Jesús no quería atemorizar a sus seguidores, sino sembrar en sus corazones la alegría y la esperanza de la revelación de los hijos de Dios.
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