En noviembre del pasado 2020, cuando la pandemia re-azotaba, produciendo 2,330 muertes, de los talleres de Amigos del Hogar salía, como invocación y ofrenda, la publicación del Grupo y Banco Popular escrita por los arquitectos y profesores Virginia Flores Sasso y Esteban Prieto Vicioso.
Se trata del libro “Un pueblo unido por la fe, espacio de devoción”: recorrido por esa “monumentaria” —empaquetado que incluye arquitectura, arte, artesanías, artes menores, rituales y elementos votivos— que expresa, encarna y acompaña la praxis religiosa católica nacional.
Esta publicación es pródiga en imágenes, la mayoría de calidad testimonial y su contenido textual, asertivo.
Aparte de describir gráfico-textualmente construcciones, espacios, objetos y ritos, los autores contextualizan, con mirada inquisitiva, lenguaje pedagógico y detalles, los significados, funciones y resultados que tales realidades incorporan a la cultura nacional.
Recibimos, así, un bello e impresionante aporte editorial, de significado histórico y documental, valioso para creyentes, estudiosos y amantes del saber, los monumentos y las artes.
Como resultado primero rutilan, abundantes, la riqueza y valor del patrimonio colectivo constituido por esa herencia de fe que, en lo arquitectónico-artístico, expresa su adoración y esperanza, el legado que el ejercicio de la religión oficial ha constituido desde nuestros albores.
Anclaje sugerido por una imagen significativa y cuasi epígrafe, (página 22): Leonard Gautier (1561-1641), misionero francés en Brasil: “Aquí levanto mi mano a las naciones y la gente señalará” (Isaías 49), tinta sobre papel, 15 x 18.5cm, publicada por primera vez en Claude d’Abbeville (pére, d. 1632), “Historia de la Misión de los Padres Capuchinos en la Isla de Maragnan y tierras circundantes”, impreso por François Huby, calle St. Jacques à la Bible d’Or, París, 1614, en la página 89.
Sugestiva imagen, por la polisemia del término junto a la firma: “incidit”: indistintamente “caer” y “turco”, en latín; ambos relativos a la victoria católica sobre el Islam y de Europa sobre el Imperio Turco, a causa de la casualidad de encontrar a América y a la labor evangelizadora católica.
El libro recoge, documenta y analiza la vasta producción artística, arquitectónica, orfebre, escultórica (estatuaria) y pictórica atesorada por la República Dominicana en el ejercicio fiel de su fe y cultos principales, como el mariano.
Resalta el aporte del creer y el hacer a la configuración de los espacios del culto religioso y, desde su presencia y existencia, del perfil urbano.
Hay, consecuentemente, un fuerte indicativo al aporte sustantivo de la Iglesia católica y de sus prácticas a estos resultados que configuran la identidad nacional.
Se siente, al hojear y leer este libro, la identidad reforzada; orgullo por un tesoro que nos expresa y nos refiere en grados tales de calidad, belleza y majestuosidad que remiten a la superioridad del ser, a la espiritualidad encarnada estéticamente, a la vocación de vínculo con valores y credos inspiradores.
Un aporte que agradecer al Popular, cuya versión digital está disponible gratuitamente en el sitio institucional.
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