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Aumento de las desapariciones alarma a la sociedad dominicana

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Santo Domingo. – Las desapariciones de personas en la República Dominicana, sin importar edad, profesión o clase social, han incrementado considerablemente en los últimos años, convirtiéndose en una epidemia que no solo destroza familias, sino que deja a la sociedad sumida en la incertidumbre, con más preguntas que respuestas.

Según estadísticas de la Policía Nacional, en los últimos ocho meses se han recibido 311 reportes de personas desaparecidas en distintos puntos del país. A esta alarmante cifra se suman los casos que diariamente inundan las redes sociales y otros medios, donde familiares desesperados buscan pistas que conduzcan al paradero de sus seres queridos.

Este fenómeno, además de generar un profundo sufrimiento entre los familiares, expone la dura realidad que enfrentan quienes cuentan con menos recursos para continuar la búsqueda. La falta de respuestas agrava la angustia de aquellos que viven en la sombra de la incertidumbre.

Historias de dolor y desolación

James Ferrer, de 44 años, salió de su casa en el sector Pidoca, Santo Domingo Este, rumbo a su trabajo en el Instituto Técnico Superior Comunitario (ITSC) de San Luis, el 28 de febrero de 2024. Desde entonces, no se sabe nada de él. Su hermana, la periodista Luisa Ferrer, relató que a pesar de haber denunciado el caso a la Policía, siete meses después no han recibido ninguna información sobre las investigaciones.

Otro caso impactante es el de Ana Iris Román, de 54 años, desaparecida desde julio tras salir de su hogar en Herrera para visitar a su padre en Los Alcarrizos. Su hija, Evelin Abreu, ha denunciado la falta de acción de las autoridades y lamenta que su abuelo falleció sin conocer el destino de su hija, en medio de lo que describe como una «pesadilla».

Por su parte, la familia de Starling Antonio López Mora, de 29 años, lo vio por última vez el 23 de agosto, cuando salió de su casa en el sector El Almirante, Santo Domingo Este, tras una discusión con su pareja. Su hermana, Rosa Angélica, asegura que las autoridades solo han respondido con un frío «estamos investigando».

Los padres de Arturo de la Rosa Andújar, de 28 años, también siguen esperando noticias. El joven desapareció el 2 de septiembre mientras se dirigía desde Baní a la capital para comenzar un nuevo empleo en un colmado, luego de haber tenido un altercado con el administrador del establecimiento.

Un problema que no distingue edad ni condición

Entre los casos más conmovedores se encuentra el de Frainer Ciprián Montero, un niño de apenas cuatro años, desaparecido desde el 4 de febrero de 2023 en el sector Valiente, Santo Domingo Este. Su madre, Deliset Montero, denuncia que en casi dos años ninguna autoridad ha dado respuestas claras sobre el paradero de su hijo. «Si fuéramos una familia adinerada, ya se sabría qué pasó», lamenta. Frainer fue visto por última vez cuando fue a visitar a su madre en la banca de lotería donde ella trabajaba, alrededor de las 7 de la noche.

Alexander Sang, un joven del Distrito Nacional, desapareció el 16 de mayo de 2022. 

Residía con su madre en el sector Honduras. A pesar de reportes no confirmados que lo ubicaban cerca del Mirador Sur, su madre, Yocasta Díaz, asegura que las autoridades cesaron la búsqueda hace tiempo. La noche que Alexander desapareció se encontraba estudiando en su habitación al día siguiente ya no estaba.

Desapariciones que terminan en tragedia

No todos los casos de desaparición tienen un final abierto. Juan José Valerio fue reportado desaparecido el 29 de junio, y doce días después su camión fue hallado en el Mar Caribe. Un mes más tarde, el ADN confirmó lo que su familia temía: Valerio había fallecido.

Otro desenlace trágico fue el de Paula Santana, de 23 años, cuyo cuerpo fue encontrado semidesnudo en una alcantarilla, tras haber sido reportada desaparecida en febrero mientras regresaba de su trabajo en la Zona Franca de Las Américas. A pesar de las evidencias de abuso físico y sexual, siete meses después no hay detenidos por el crimen.

El médico pediatra Enrique Espinal también fue víctima de una desaparición que culminó en tragedia. Reportado como desaparecido en julio, su cuerpo fue hallado días después en Palenque, San Cristóbal. Dos personas han sido arrestadas en relación con su muerte.

El impacto psicológico en los familiares

La psicóloga Patricia Uribe destaca que la desaparición de un ser querido genera un tipo de duelo único, marcado por la incertidumbre. «El no saber qué ha sucedido provoca una combinación de ansiedad, culpa y desesperanza», explica. Uribe recomienda que los familiares busquen apoyo psicológico para enfrentar el proceso, ya que el dolor puede manifestarse de diversas maneras, como depresión, tristeza profunda o desolación.

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