Mantén lejos de mi tu pompa y halagos. No me cerques con tus plumas y escarcha.
No pronuncies mi nombre con tono de alabardero ni me obligue a convivir en trono de mármol Carrara.
Ego, no me abraces. No aspiro a ser presa del sabroseo ni inventarme motivos para ser noticia cotidiana.
Suelta tus tentáculos de mí entorno. No me coquetees con Instagram. Quiero ser feliz en mi esquina, estar delante cuando aporte; no ser esclava del virus “busca cámara”.
Ego, no me abraces. No me empujes a las menciones vacías ni al ritual de cargos, al fuñido licenciado con PHD y maestrías.
Ego, pesas mucho. Y reclamas demasiado. Aspiras a sentarte siempre en VIP y, aunque te endeudes, te obligas a lucir las etiquetas más caras del anaquel.
Si decides abrazarme no seré la francomacorisana artesanalmente feliz.
Ego, mantén distancia. Tu piel es seca e impenetrable. Tu perfume suele alejarnos de la esencia de la gente.
Si me abrazas jamás aceptaré mis errores y arrastraré la pesada e irreal carga de la perfección.
Déjame en mi nido de inciensos y eucalipto. Tolera mi pésima entonación de “Dulcito e’ coco” de Vicente García. Déjame recorrer el monasterio Cisterciense en Jarabacoa.
Ego, no me abraces ni me coquetees con el alcance de Instagram. No me empujes a encaramarme en mesas de honor que no me correspondan ni a cabildear premios ni turnos al micrófono.
(function (d, s, id) {
var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0];
if (d.getElementById(id)) { return; }
js = d.createElement(s); js.id = id;
js.src = "https://connect.facebook.net/en_US/sdk.js";
fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs);
}(document, 'script', 'facebook-jssdk'));