En los últimos años la preocupación de la sociedad dominicana en la lucha contra la impunidad, la inseguridad y los actos de violencia, han encontrado unir a los ciudadanos en pro de transparentar el dinero público y con ello repartir con equidad las riquezas y oportunidades que fortalecen a los individuos, para alcanzar sus reivindicaciones y así lograr un clima de estabilidad. La educación debe ser el principal instrumento para lograr estas metas y contribuir de esta manera a un verdadero estado de convivencia pacífica. La carente educación integral atenta contra la conciencia de interpretar los hechos violentos y manejar los conflictos que generan la inseguridad reinante. La educación abre las oportunidades de trabajo mejorando así la condición de vida de los ciudadanos, valorando en sí mismos una autoestima cónsona con una vida digna. La formación integral nos acerca al trabajo honesto como medio preferencial de progreso. La educación unida a los credos religiosos y los buenos hábitos son herramientas que garantizan un futuro promisorio. El compromiso de los gobiernos es crear un marco de protección de los principios que sostienen las normas morales y cívicas de la sociedad, de la mano con el estamento judicial que aplique una normativa eficaz en la administración de justicia, para castigar ejemplarizantemente a los que delinquen en menoscabo de la paz social. Educar en civismo es la principal arma de rechazar categóricamente una fusión de la isla, entendiendo que nuestros valores culturales, nuestro credo y nuestro origen como nación son diametralmente opuestos a los que hoy invaden nuestra identidad independentista, fruto de nuestra autodeterminación como nación. <\/p>\n