{"id":18591,"date":"2021-08-28T21:12:39","date_gmt":"2021-08-29T01:12:39","guid":{"rendered":"https:\/\/prensaxtremard.com\/nacional\/oteando-callar-para-salvarse\/"},"modified":"2021-08-28T21:12:39","modified_gmt":"2021-08-29T01:12:39","slug":"oteando-callar-para-salvarse","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/prensaxtremard.com\/nacional\/oteando-callar-para-salvarse\/","title":{"rendered":"OTEANDO – Callar para salvarse"},"content":{"rendered":"

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En su novela \u201cTu rostro ma\u00f1ana\u201d Javier Mar\u00edas (Madrid, 20 de sept. de 1951) sugiere de modo recurrente que el silencio podr\u00eda ser la clave de la salvaci\u00f3n para cualquiera, en cualquier circunstancia \u2013aun en una en la que creyera que es tan necesario hablar para salvarse\u2013 apelando a las siguientes frases: \u201ccalla, calla y no digas nada, ni siquiera para salvarte. Guarda la lengua, esc\u00f3ndela, tr\u00e1gala aunque te ahogue, como si te la hubiera comido un gato. Calla, y entonces, s\u00e1lvate\u201d. Pudiendo ser considerada como una conducta que rendir\u00eda buenos frutos, en caso de ser rigurosamente observada, ya que nada es tan importante como salvarse, no hay que despreciar, en el an\u00e1lisis de aquellas frases, la hip\u00f3tesis de un implicante peso solipsista que frena al sujeto en su capacidad \u2013y hasta en su posibilidad\u2013 de conjeturar en t\u00e9rminos ontol\u00f3gicos generales, dej\u00e1ndolo solo, con el \u00fanico permiso de examinarse y reconocerse a s\u00ed mismo. Sin embargo, es posible que el silencio de algunos pol\u00edticos tenga como fundamento esa necesaria y obligada salvaci\u00f3n, ese imperativo de preservarse para ocasiones futuras en las que le ser\u00eda m\u00e1s rentable pol\u00edticamente su elocuencia. Porque una vez se ha hablado ya se est\u00e1 implicado, vinculado \u2013las palabras atan\u2013 y cuando eso ya ha ocurrido huelgan las rectificaciones y all\u00ed donde se luci\u00f3 sabio pueden las cambiantes circunstancias imponer que los dem\u00e1s juzguen que se fue torpe.<\/p>\n

Pero si se ha callado, si no se ha dicho nada, a pesar de que lo reclamaran el \u00e1nimo, el credo o el \u201cbuen juicio\u201d se podr\u00e1 aprovechar a beneficio de inventario lo hablado por otro cuando ayer ya sea ma\u00f1ana y hayan quedado desvelados los motivos del discurso ajeno, los fines de la remota elocuencia que me es extra\u00f1a. Se podr\u00e1, de modo id\u00e9ntico, construir su abolengo sobre el desprestigio que se agenci\u00f3 quien se arriesg\u00f3 y habl\u00f3.<\/p>\n

Con todo, salvarse no solo supondr\u00eda no echarse a perder, sino tambi\u00e9n ausencia de desgaste, mantener vigencia pol\u00edtica y vocaci\u00f3n de poder \u2013ya por s\u00ed mismo, ya por interp\u00f3sita persona. Callar, desde las perspectivas del silencio consideradas, deviene instrumento de fortaleza que garantiza una paz que no propicia la elocuencia incontinente; deja al sujeto, acaso, novedoso en su discurso de ma\u00f1ana, porque ma\u00f1ana permite las consideraciones de lo ocurrido ayer. Por lo tanto, es cuesti\u00f3n de presciencia determinar cu\u00e1ndo ser\u00e1 v\u00e1lido callar para salvarse.<\/p>\n<\/p><\/div>\n