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VIVENCIAS – Ante la inminente muerte

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Juan F. Puello Herrera

 En una ocasión me pidió una per­sona que orara por un parien­te que estaba en fase terminal de una prolongada enfermedad. Inicié diciéndole que lo primero es encontrar la paz en esos momentos con la finalidad de que el Señor le diera espíritu de conformidad para aceptar plenamente su voluntad. Aunque no padezcamos de ningu­na enfermedad, reflexionar sobre la muerte puede ayudarnos a ser mejores cristianos. En Marcos 12, 18-27 encontramos la pregunta ¿sobre qué cuerpo resucitaremos? la respues­ta de Jesús es de fidelidad. Nadie puede re­solverle a otro el problema existencial de la muerte, cada uno debe asumirlo viviendo a plenitud la experiencia de un Dios misericor­dioso que lo puede todo desde la perspecti­va de la fe como acto del entendimiento que asiente a las verdades divinas bajo el impulso de la voluntad movida por la gracia de Dios, seguida de la esperanza, por la cual confia­mos con plena certeza alcanzar la vida eter­na y los medios necesarios para llegar a ella, apoyados en el auxilio omnipotente de Dios; y mediante la caridad, por la que amamos a Dios con todo el corazón y al prójimo como a nosotros mismos. Por eso es importante te­ner fe en todo momento, porque es descifrar un sentido radical dentro de la vida y es creer que tenemos un futuro absoluto como con­vergencia de todo lo que nos mueve interior y exteriormente, teniendo cuidado con esto, porque la fe por muy radical que sea siem­pre puede ser tentada por la duda por esto, el cristianismo nos acerca a lo creíble, como di­ce Marcos (1,14): “El plazo de la espera se ha acabado. ¡El Reino viene!

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