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Según un análisis de Salud Complementaria e Integrativa de USA, ¿la espiritualidad está en crecimiento?

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¿Cómo medir qué tan espiritual es la gente o cuánto de espiritualidad subyace en la cotidianidad, praxis y decisiones de las personas de una determinada nación?

Es un tema al parecer irrelevante y, por consiguiente, se lo estudia poco o casi nunca.

Pero como producto de “La mano de Dios”, a veces las cosas son reveladas, surgen. Las maldades intrínsecas a los villanos y malvados de pronto brotan en los juicios y tribunales con sólidas evidencias, porque, por acción de un supuesto azar, el que delingue olvidó una foto suya, que lo muestra conspirando. Fue captada y guardada en algún ordenador durante años. O quedó una huella por ahí, en algún instrumento, vaso; o un rastro de ADN se coló, para finalmente ser descubierto.

Es la urdiumbre causal a la que nos tiene acostumbrados el cine y, más que este, la propia vida. De aquí el consejo de nuestros viejos mayores, hoy desaparecidos: Si no deseas que algo se sepa, no lo hagas.

Anteayer 24 de septiembre, 2021, entre mis suscripciones a avisos de salud y a revistas médicas especializadas recibí un alerta de publicación que me llamó poderosamente la atención: el primer análisis longitunal del uso o incidencia de enfoques sobre Salud Complementaria en los adultos estadounidenses.

Llevado a cabo por el Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa (NCCIH), con una muestra nacional representativa de 6,325 personas adultas, entre 25 a 74 años, residentes en Estados Unidos, de habla inglesa, los investigadores accedieron a datos acopiados por más de veinte años para determinar la incidencia del “enroque de salud” predominante en esta población objetivo o al que habían recurrido para tomar sus decisiones.

El resultado, estadísticamente, fue el siguiente: desde el 1995 al 2013, los enfoques alternativos o complementarios de salud habían experimentado un incremento significativo en esta población: por encima del 40% para el período.

Y lo hicieron del siguiente modo: a) la terapia de masaje, creció de 8.5% a 18.18%; b) la meditación: del 13.33% al 23.27%; c) la quiropráctica: 12% a 7.14% y d) para los productos a base de hibertas se encontró una varianza de 5.03% a 7.14%.

Los investigadores afirman que “Sólo del 24 al 41 por ciento de las personas continuaron usando un enfoque de una ola a la siguiente”. También que “La encuesta involucró a 6,325 personas en la ola inicial (1995-1996), de las cuales 4,041 participaron en la segunda ola (2004-2005) y 2.717 en la tercera ola (2013-2014). Agregan que “Sólo del 2 al 9 por ciento de las personas que no utilizaron un enfoque en una ola informaron sobre el uso del enfoque en la siguiente ola”.

Estamos ante una información que también culturalmente es relevante porque informa una varianza oscilante entre el 42.54% y el 113.88% en la actitud/conducta de la gente en este caso en torno a la salud y a los enfoques con los que prefieren abordar, manejar y gestionar sus necesidades médicas, de bienestar y alivio.

El alto nivel positivo de varianza reportado para la terapia de masaje (+113.88%) y el correspondiente a la meditación (+108.04%) pueden ser indicativos del poder sanador que se le está atribuyendo al contacto físico en una nación donde supuestamente la gente lo rehúye y, por otra parte, del incremento de la disposición a concentrarse en sus propias energías y límites para adquirir tranquilidad y relajamiento.

Este enfoque, el de la meditación, siempre ha estado vinculado a algún nivel de espiritualidad o vocación hacia trascender la inmediatez de lo físico, lo tangible y los “ríspido” de la cotidianidad.

De aquí que nos preguntemos si también no revela una marcada e importante tendencia en desarrollo en este segmento poblacional estadounidense hacia la apertura y hacia la búsqueda de la armonía entre mente, cuerpo y medioambiente.

Y eso nos habla de que entre la gente de 25 y 74 años, puede estar, también incrementado, la espiritualidad entendida como búsqueda de la armonía, un factor que define la calidad humana de las naciones.

El argumento lo refuerza Susan Chow, PhD en biología molecular por el Dartmouth College de los Estados Unidos. Ella afirma: “A lo largo de la historia, la meditación ha desempeñado un papel grande en muchas prácticas espirituales y religiosas”.

El estudio fue publicado por la revista de “Medicina alternativa y complementaria” y fue financiado por el NCCIH.

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