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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA – La ruta de Luis XVI a Napoleón

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.

 Robespierre un médico tu­vo que sujetar­le la mandíbu­la herida para que pudieran cortarle la cabe­za el 28 de julio de 1794 en la Plaza de la Concordia, que no existió, pues la reacción ter­midoreana reprimió a los ja­cobinos.

Artola y Pérez Ledesma (2005: 46) sostienen: “En die­ciocho meses fueron deteni­das entre 100,000 y 300,000 personas y se dictaron 16,600 condenas de muerte, en su mayoría por delitos de trai­ción o de rebelión contra el nuevo orden; y el total de eje­cuciones, incluyendo las que se produjeron sin juicio, su­peró la cifra de 35, 000.” El revolucionario Pierre Verg­niaud (1753 – 1793) comen­tó antes de ser ejecutado: “la revolución, como Saturno, se come a sus propios hijos”. Los verdugos de Robespierre eran peores que él.

Desde 1795 hasta 1799 Francia fue gobernada por un Directorio. Siempre se­gún Artola y Pérez Ledesma, la Constitución de 1795 ha­blaba de sufragio universal, pero, de hecho, quien no pa­gase impuestos no era ciuda­dano activo, y ahora las con­tribuciones requeridas eran mayores. Menos franceses votaban ahora que en 1791. Se mantenía la igualdad an­te la ley, se renunciaba a la igualdad social y quedaba reafirmado el derecho a la propiedad. Se consolidaba la separación de poderes con un legislativo con dos cáma­ras. Los 500 venerables de la Cámara de Ancianos con­ferían el carácter de ley a las resoluciones de una Cámara baja, que no podían enmen­dar. El poder del Directorio se apoyaba en el ejército que mantenía a raya a la aristo­cracia y el jacobinismo.

Cuando los monárquicos marchaban contra el Direc­torio el 5 de octubre, un jo­ven general corso, Napoleón Bonaparte, los detuvo acon­sejándoles a cañonazos. En abril 1796 comandaba el ejército que operaba en Italia. Lograría invadir los Estados Pontificios, exigir dos veces sumas descomunales a Pío VI, además de manuscritos preciosos y obras de arte. Pío VI murió preso del Directorio. Parecía el fin del papado.

En mayo de 1796, el Di­rectorio ahogó en sangre la conjura de los iguales de Gracchus Babeuf. Para 1798, el Directorio mantenía su po­der reprimiendo. Pruden­temente alejaron al exitoso Napoleón y su ejército ha­cia Egipto. En 1799, Francia estaba amenazada dentro y fuera. Sieyes intrigó para re­clutar un general. Esperaba controlarlo. Logró sujetar al tigre Napoleón por las patas delanteras, ¿y ahora?



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