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Los ritos chinbos, un sartén para freír jesuitas

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.

Matteo Ricci, S.J., fue enterrado el 11 de noviembre, 1611 en la puerta oriental de la ciudad por un permiso especial del Emperador. Entonces, los cristianos chinos eran 25,000. Pero ya en vida de Ricci, dentro y fuera de la Compañía se criticaba su método misional: acomodar la práctica cristiana a la cultura china para evangelizarla.

Entre 1611 y 1742 la Compañía de Jesús vivió la controversia de los ritos chinos que abarcaba tres aspectos. Primero lo referente al nombre de Dios. Segundo, “la veneración de los antepasados y los honores que los eruditos tributaban a Confucio” Y tercero, el estilo de vida chino asumido por los jesuitas.

Ricci permitió que los cristianos chinos emplearan indistintamente: “Señor celestial”, “Cielos” y “Señor de las Alturas”, términos extraídos de los clásicos confucianos. La guía de Ricci era relevante, pues a inicios del siglo XVII los jesuitas servían a cuatro de cada cinco cristianos chinos. Ya en vida de Ricci, el P. Niccolo Longobardo, S.J., cuestionó la conveniencia de los términos aprobados por él para nombrar a Dios. Por su parte, el P. Alfonso Vagnoni, S.J. dudaba de que la ciencia pudiera servir “como medio para propagar la fe”.

Con la llegada de misioneros franciscanos y dominicos en la primera mitad del siglo XVII se agudizó la controversia. Los frailes “cuestionaron el estilo de vida de los jesuitas”. Objetaban que se vistieran a la usanza china. Acusaron a los jesuitas de no haber enseñado cabalmente los mandamientos de la Iglesia. Criticaron particularmente “el permitir los ritos en honor de Confucio y los de los antepasados”. Presentaron sus objeciones al arzobispo de Manila en 1635, quien a su vez denunció a los jesuitas ante Urbano VIII. Pero al informarse mejor, el arzobispo retiró sus acusaciones en 1638.

Juan Bautista Morales O.P., de nuevo acusó a los jesuitas ante Roma y logró un decreto de Propaganda Fide, el 12 de septiembre de 1645 condenando los ritos chinos. Inocencio X aprobó el decreto. Pero cuando los jesuitas señalaron más de cuarenta y dos inexactitudes en las acusaciones de Morales, el papa renovó en 1652 todos los documentos papales anteriores favorables al método evangelizador de los jesuitas sin mencionar “para nada el decreto del 1645”. El 23 de marzo, 1656, Alejandro VII aprobó los ritos chinos. Esta calma sería efímera (Diccionario Histórico, S.J.)

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