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Nacionales

Los jesuitas y el Tratado de Límites

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.

Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús en julio de 1773. Entre 1750 y 1773, varias monarquías europeas expulsaron de sus dominios a la Compañía de Jesús, a fin de someter a la Iglesia católica. Luego de la muerte de Clemente XIII el 2 de febrero, 1769, el objetivo era elegir un papa que estuviera dispuesto a suprimir en el mundo entero a los jesuitas.

El historiador francés Jacques Lacouture (1991 edición francesa) hizo cinco observaciones sobre estos años: los monarcas que expulsaron a los jesuitas eran déspotas ilustrados, es decir, hombres con ideas progresistas que querían actuar a favor del pueblo sin el pueblo. Uno de los puntos capitales era someter todas las instituciones al poder del monarca, también a las ricas jerarquías católicas, cuya primera línea de defensa, eran los jesuitas, “granaderos del papa” los llamó D’ Alembert.

Segundo, los jesuitas eran más ilustrados que sus enemigos jansenistas, el parlamento de París y los alguaciles portugueses. Nadie los acusó de atrasados. 

Tercero, eran universalistas, de ahí su conflicto con los Estados nacionales modernos. Los jesuitas de mirada mundial, con misiones en China, India, Brasil y dispersos por 5 continentes, combatieron los estrechos nacionalismos, por ejemplo, el de la Sorbona y la Iglesia francesa.

Cuarto, la reputación de la Compañía de Jesús estaba ensombrecida por sus conflictos contra instancias pontificias como Propaganda Fide debido a sus audaces prácticas misioneras.

Y quinto, a la Compañía le faltó un piloto diestro para capear la tormenta.

El atentado en Sarajevo contra el heredero del Imperio Austrohúngaro el 28 junio de 1914 desencadenó la Primera Guerra Mundial. El Sarajevo de la supresión de la Compañía en Portugal fue el Tratado de Límites entre España y Portugal del 13 de enero de 1750. El tratado adjudicaba a Portugal 7 Reducciones guaraníes. Unos 29,000 indios debían de emigrar al oeste del Río Uruguay.

Un enviado del Padre General reunió en Yapeyú a los jesuitas el 15 de agosto, 1752. Les intimó a moverse con sus indios a más tardar para el 3 noviembre. De los 70 jesuitas, 67 juzgaron que era imposible cumplir la medida. Renunciaron a los estipendios de la corona española y continuaron sirviendo a los indios, quienes debían entregar sus tierras a los odiados portugueses, enemigos durante siglo y medio. La mecha avanzaba para besar la pólvora ardientemente.

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