María fue escogida como instrumento decisivo para el plan puramente divino de la salvación. En efecto, el anuncio del nacimiento de Jesús es una de las páginas más fascinantes y maravillosas de todo el Evangelio de Lucas. Dios envía al ángel Gabriel a Nazaret, ciudad de Galilea, para anunciar a la joven María el nacimiento de un hijo, concebido por el Espíritu Santo. Ella estaba comprometida con un hombre llamado José.
El ángel entró donde estaba María y le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres”. Esta aparición y saludo prodigiosos la turbaron por unos instantes.
Entonces el ángel le dijo: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.