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El drama de la vejez

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Después de los 75 y peor aún de los 80, la familia se preocupa por cualquier síntoma de enfermedad que te afecte.

Suponen que las 15 pastillas al día que tienes que tomar, entre medicamentos y vitaminas, lo salvaguarda todo.

Presión, próstata, colesterol, circulación, diabetes etc. requieren regularmente un tratamiento. Vitaminas A. B, C, D, hasta la Z (Zinc), son casi obligatorias.

La visión se dificulta. Y las hernias y piedras en el riñón o la vesícula son infalibles. De los pólipos en el colon nadie se salva.

Los dientes se caen y los injertos los sustituyen.

Y si no tienes marcapaso o un sten en las arterias, eres un dichoso.

A esa edad, de los 206 huesos del cuerpo humano un 40% te duele con alguna frecuencia sin contar los músculos y tendones.

Tampoco faltan los hinchazones y calambres en la piernas y brazos y si las manos tiemblan el Parkinson amenaza.

Las pastillas son un remedio, pero insuficiente y el medico te recomienda rebajar unas libras y caminar, lo que resulta una tortura para los viejos.

En un evento social o restaurant, cualquier comida pesada te obliga a un bicarbonato antes de acostarte porque la indigestión te mantendrá despierto toda la noche.

Controla los tragos para que no pases el ridículo hablando de lo que hiciste en el pasado.

Pensaran que tienes Alzheimer y no recuerdas el presente.

Si eres fumador, no lo dejes que ya el daño esta hecho.

El sueño se acorta. Antes dormías 9 horas. Ahora 6.

Pero, viejo al fin, fastidias más que el carajo.

El sexo es agotador, especialmente para el hombre. Sin un Cialis o un Viagra terminas frustrado y sin aliento, lo que te obliga a usar otras técnicas de seducción para satisfacer a tu pareja.

Y si no la tienes, pagas por un servicio manual con mascarilla dentro del vehículo poniendo cara de ahogado.

Finalmente, trabajar es un vicio para el ser humano. Pueden decirte que estar jubilado es una felicidad, pero eso es mentira.

Todo el mundo quiere ser productivo hasta el día de su muerte.

Y si eso te genera un ingreso extra mucho mejor porque la pensión nunca alcanza.

Somos una máquina de trabajo que al parar se oxida y se consume rápidamente.

Lo único bueno de esa edad son los recuerdos, pero jamás se te ocurra oír a Lucho Gatica con tus nietos.

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