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SONAJERO – Ciertos jefecitos | Listín Diario

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Grisbel Medina R.

Vivimos en un país cundido de “jefecitos”. El diputado Sadoky Duarte es uno de ellos. Hace dos años abofeteó a una mujer policía y maltrató un fiscal, en pleno ejercicio de sus funciones. Uno de los inquilinos del Congreso, mandó a la porra su rol para erigirse desde Cotuí como jeque, agresor y ubicarse por encima del bien y el mal.

Por personas cercanas y queridas que han laborado en el Congreso y otras instancias del Estado, he conocido del tufo y la vanidad de ciertos incumbentes. Uno de ellos, un prominente y eterno aspirante a la ñoña presidencial, cuando se dirigía al ascensor, mandaba a despejar los pasillos. Le hedía -y creo que aún repele- el olor de la gente, particularmente de los negros, que somos todos.

En el 2008, el otrora diputado por el PRD Julio Romero, sedujo y embarazó a una adolescente. Cuando admitió las “relaciones sexuales” con Yuilmi Peguero Alcántara, advirtió al país “tener cuidado con las menorcitas”, asumiéndose como víctima de la muchacha.

Cuando la joven reclamó la paternidad de la criatura, Romero se volvió un “come hombre”. Ejerció violencia verbal y amenazó de muerte a la joven y a su familia. Además, en total descaro aseguró que se le juzgaba como a un musulmán, cuando él “simplemente es un dominicano en una sociedad donde tener hijos en la calle es parte de la cotidianidad”. Sin duda, el tristemente “célebre” Julio Romero, fue jefe en un Congreso de conocida bragueta alegre, por demás.

Lidiar con el poder no es para todo el mundo. Tampoco vivir en un ambiente de elevados privilegios. El hambre de mención y la sutileza en la piel de gente ocupando cargos efímeros, espanta. La maldita herencia del tirano sigue viva en los puestos y hasta en quienes ejercen de segundones. “Jefear” se ha convertido en hábito y enfermedad. Parecen zombis con la frente nublada de la cosa aquella. Y olvidan que el tiempo pasa, los plazos se cumplen y un funcionario existe para dar ejemplo en el cumplimiento de la ley.

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