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El reto de derribar los mitos sobre salud mental

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“Deberías ir más a la iglesia”. “Tú sabes cómo es él. Eso es cosa de la juventud”. “Lo que te hace falta es salir a buscar trabajo, no ser tan vaga. Ponte a hacer algo”. “Eso es por no buscar de Dios”. “Esas son cosas del diablo”.

En algún momento hemos escuchado, dicho o pensado una de estas frases frente a conductas que no entendemos en una persona que conocemos o en un familiar. Palabras que pueden convertirse en un muro que impida ver indicios de una enfermedad mental, retrasando una intervención temprana y adecuada. 

Desde la antigüedad y hasta en nuestros días, estas falsas creencias sobre las enfermedades mentales han marcado la marginación y el rechazo a las personas que las padecen. Y a pesar de los avances médicos, que ayudan a diagnosticar y tratar estas dolencias con eficacia, esta actitud de discriminación, que a veces puede llegar al maltrato, permanece.

Estigmas y mitos

“Las principales creencias van unidas a la cultura”, apunta Larry Gómez, médico psiquiatra y psicólogo clínico, quien explica que uno de los mecanismos a los que más se apela es a los rituales mágicos religiosos, visitando curanderos, en especial “con pacientes psicóticos, con esquizofrenia, o que han consumido una sustancia psicoactiva, como marihuana, cocaína o cualquier otra sustancia”.

En el caso de la depresión, señalada como una condición de riesgo para el suicidio, se ve como una “falla de carácter”. 

“En el inconsciente colectivo de la gente, entiende que el que está deprimido es una persona débil, que es una persona que tiene problemas en su carácter y que no enfrenta la vida con la debida gallardía, con el debido entusiasmo, con la debida fortaleza con la que debería enfrentarla. Entonces, por eso se subestima mucho el problema de la depresión”.

Esta visión cultural, apunta el doctor Gómez, hace subestimar los síntomas, tanto en el paciente como en sus familiares. “Entonces no se busca ayuda a tiempo y, lamentablemente, se tienen las consecuencias que uno lamenta cada día”.

Para el psiquiatra Alejandro Uribe, director del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública el principal. “Personas que no aceptan la enfermedad mental, y muchas familias que tienen pacientes con algún trastorno mental los esconden. Al paciente, a muchos, aunque eso se está diluyendo, les da vergüenza que los vean en el médico”, explica.

Otro aspecto que señala el doctor Uribe, y que influye en dificultar la colaboración y el acceso de las personas que tienen alguna enfermedad mental a los servicios de psiquiatría, son los mitos tejidos en torno a la medicación. “Eso de que todos los medicamentos usados en psiquiatría son ‘drogas que crean hábitos’ o ‘que nunca lo va a poder dejar’, ‘que atonta’, lo cual es absolutamente falso”, afirma.

Explica que los efectos secundarios de este tipo de medicamentos “se da quizás en un 5 o 10 por ciento de los casos, y son situaciones que pueden ser prevenidas por el médico, siguiendo un protocolo de tratamiento, que si el usuario lo cumple difícilmente tenga una complicación”.

En torno a este tema, también señala la presunción de que la medicación es “para toda la vida”. “Cada tratamiento además de un protocolo tiene una duración, dependiendo de cuál sea el diagnóstico y cual sea el tratamiento, pero en todos los casos los tratamientos psiquiátricos difícilmente sean por uso indefinido”.

Magnificar la violencia

La manera en que a veces son retratados personajes, reales o ficticios, en series y películas, o la cobertura de algunos crímenes, hace pensar de manera equivocada que las reacciones violentas son frecuentes, y más extremas, cuando se padecen ciertas enfermedades mentales.

“La mayoría de los problemas de violencia no son dados por personas que tienen una enfermedad de base diagnosticada. Piense que la mayoría de las cárceles están llenas de antisociales y de personas que van en contra de los cánones morales, éticos y sociales del conglomerado; pero la mayoría no son enfermos mentales diagnosticados”, asegura el doctor Larry Gómez.

De acuerdo a lo reseñado en el artículo “¿Existe una relación entre la esquizofrenia y la violencia y los homicidios?”, publicado en marzo de este año 2022 en la revista ARS Medica, de la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, “para que la esquizofrenia se relacione con la violencia son necesarias más variables, no directamente relacionas con la enfermedad, como el consumo de drogas, la psicopatía o el maltrato durante la infancia para que exista una relación entre este enfermedad y la violencia o el homicidio”.

Gómez considera que los medios de comunicación colaboran a alimentar este estigma. “Cuando un paciente con una enfermedad mental mata a una persona eso lo magnifican, eso genera morbo, genera muchas conjeturas”.

Agrega que “a diario ocurren hechos de violencia de personas que se dicen normales que los medios no magnifican tanto la situación. Entonces es un asunto que tiene que ver mucho con el morbo y la magnificación”.

El doctor también llama la atención ante la manera en que son tratadas las personas con enfermedades mentales. 

“Hay personas que le vociferan cosas al paciente, y los pacientes reaccionan violentamente, porque recuerde que cuando una persona pierde la cordura, pierde la salud mental, se convierte igual que un animal y reacciona de manera instintiva. Entonces, un animalito que usted tiene acorralado puede reaccionar violentamente, así mismo pasa cuando un paciente ha perdido la salud mental, se acciona de manera instintiva”.

Ayudarse, ayudar

¿Puede una persona hacerse consciente de que padece una enfermedad mental y buscar ayuda? “Claro que sí. Puede ser consciente de su problema. De hecho, hay un porcentaje de personas que busca ayuda en materia de salud mental producto de la depresión, o de la ansiedad, o de una fobia”, apunta el psiquiatra Larry Gómez.

Sin embargo, la autopercepción de los síntomas de otros padecimientos mentales es difícil. “Un paciente con esquizofrenia o con un problema esquizoafectivo, que ellos están ‘conscientes’ de que ellos están bien y los demás están mal. Ahí, en ese caso, es casi imposible… la gran mayoría no están conscientes de su problema”.

Y ante la sospecha de un padecimiento psicológico, sea auto percibido u observado en un cercano, la primera recomendación es buscar ayuda.

“Uno debe buscar ayuda médica, incluyendo ayuda psiquiátrica, desde que la persona afectada o el familiar piensa que la necesita”, señala el doctor Alejandro Uribe. Agrega que “puede haber incontables indicadores de que la persona necesita buscar ayuda, pero si me preguntan por uno que sea absoluto, que en todos los casos y en todos los momentos necesite buscar ayuda, es cuando una persona habla de suicidarse”.

En cuanto a la prevención, el psiquiatra Larry Gómez sostiene que es recomendable, tanto si no se tiene una enfermedad mental diagnosticada como si se vive con un diagnostico bajo tratamiento, llevar un estilo de vida saludable y construir lazos humanos fuertes.

“Si llevamos una dieta balanceada, si hacemos ejercicio, si no consumimos sustancias psicoactivas (drogas), alcohol y otras sustancias, si tenemos una familia con un nivel de estabilidad que permita una seguridad en términos económicos y afectivos, y si tiene también un aspecto de la espiritualidad, y la espiritualidad la menciono no como religiosidad, sino como un concepto elemental de la salud, eso podría ser un factor protector para esa persona”. 

Trastornos mentales en República Dominicana

En el informe del “Plan nacional de salud mental: República Dominicana 2019-2022”, publicado en el año 2019, se indica que “el país no dispone de investigaciones o encuestas comunitarias nacionales de morbilidad por trastornos mentales” y que también “son limitados los estudios de prevalencia por demanda en servicios de salud”. 

Por lo que los datos, según este documento, se extrapolan de los disponibles sobre la epidemiología de los trastornos mentales en América Latina y el Caribe. “Una revisión de varios estudios epidemiológicos ejecutados en la Región muestra una prevalencia de 12 meses para todos los trastornos mentales de entre 18.7% y 24.2%. Las tasas medianas de prevalencia de 12 meses en la población adulta en algunos trastornos son: psicosis no afectiva 1.0%; depresión mayor 5.2%; y abuso/dependencia del alcohol 4.6%”, se reseña. 

Además, se señala que “en términos de carga y prevalencia, la depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres”. 

En tanto que, para los trastornos causados por el uso de alcohol y otras sustancias psicoactivas, “la brecha de tratamiento es muy alta, y no se dispone de los servicios adecuados para afrontar esta situación”. 

También este informe subraya, haciendo referencia a un Análisis de Situación de Salud realizado por el Ministerio de Salud Pública en el año 2014, que las estimaciones realizadas sobre la prevalencia de las enfermedades mentales en el país muestran que, aproximadamente, un 20% de la población dominicana sufre de trastornos mentales; y se reportó un total de 464,164 casos por depresión, con una prevalencia estimada de un 4.7% de la población general. 

“El trastorno mental más frecuente es la ansiedad, con un total de 570,312 casos, para una prevalencia estimada de 5.7%”, se indica sobre los datos referidos de este análisis publicado hace ocho años.

Coyuntura a nivel mundial

De acuerdo a los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, del año 2019, estas son las cifras a nivel mundial de las dolencias mentales:

  • Trastornos de ansiedad. En 2019, 301 millones de personas sufrían un trastorno de ansiedad, entre ellos 58 millones de niños y adolescentes. Los trastornos de ansiedad se caracterizan por un miedo y una preocupación excesivos y por trastornos de comportamiento conexos.

  • Depresión. En 2019, 280 millones de personas padecían depresión, entre ellos 23 millones de niños y adolescentes. En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, sensación de vacío, irritabilidad) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades.

  • Trastorno bipolar. En 2019, 40 millones de personas padecían trastorno bipolar. Las personas afectadas experimentan episodios depresivos alternados con períodos de síntomas maníacos. 

  • Esquizofrenia. A escala mundial, la esquizofrenia afecta a unas 24 millones de personas, es decir, a una de cada 300 personas. Quienes padecen de esquizofrenia tienen una esperanza de vida de 10 a 20 años por debajo de la población general. Se caracteriza por una importante deficiencia en la percepción y por cambios en el comportamiento.

  • Trastornos de comportamiento disruptivo y disocial. En 2019, 40 millones de personas, incluidos niños y adolescentes, sufrían un trastorno de comportamiento disocial. Se caracterizan por problemas de comportamiento persistentes, desafiantes o desobedientes, que violan los derechos básicos de los demás, o las normas, reglas o leyes sociales apropiadas para la edad.

  • Trastornos del neurodesarrollo. Los trastornos del neurodesarrollo incluyen trastornos del desarrollo intelectual, trastorno del espectro autista y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), entre otros. En la web de la OMS no se brindan cifras globales de estas condiciones.

  • Trastornos del comportamiento alimentario. En 2019, 14 millones de personas padecían trastornos alimentarios, de los que casi 3 millones eran niños y adolescentes. Estos trastornos, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, se caracterizan por alteraciones en la alimentación y preocupación por los alimentos, así como por problemas notables de peso corporal y forma.

Periodista de amplia experiencia que recibió el Premio Joven de Periodismo, renglón Literatura y Libros, en el 2016. En 2019, ganó el Primer Concurso de Periodistas “Libertad de Expresión e Información”, Periodismo impreso. Es escritora y poeta.

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